Un tour por el Tour (edición 2025)

Por A. Caffarel / E. Asensio

El que domina a los otros es fuerte, el que se domina a sí mismo es poderoso. Lao Tsé

Tadej Pogacar. Ese es el nombre y el hombre. Con esto podría ya dejar de escribir. Su voraz dominio deja escaso margen a aventurarse en otras predicciones que nacerían funestas. Todo lo que no sea una victoria relativamente holgada del esloveno sería una monumental sorpresa. Estoy luchando conmigo mismo, cada segundo, para poder mantener intacto mi interés por la prueba.

Únicamente, cabe agarrarse a lo que pueda inquietarle el danés Jonas Vingegaard (Team Visma-Lease a bike), otrora su verdugo, pero que parece ahora sobrevivir en una planta inferior a la que coloniza sin compasión el jefe de filas del UAE Team Emirates XRG.

Mucho más interesante se plantea la batalla por la tercera plaza, que patrocina un Remco Evenepoel (Soudal Quick-Step) que ha mejorado su rendimiento en contrarreloj hasta casi la excelencia, pero que no consigue todavía seguir el ritmo de los galácticos en la alta montaña. Se las verá el belga para subir al cajón con los chicos del Red Bull-Bora-Hansgrohe. A estas alturas no sé a quién le temería más, si al experimentado pero renqueante Primoz Roglic o al joven alemán Florian Lipowitz, con unas prestaciones asombrosas.

Un caleidoscopio de ciclistas que serían serios aspirantes en cualquier otra gran vuelta, deberán aquí batirse el cobre por alcanzar la máxima gloria de un top 10: desfilan aquí Buitrago, O´Connor, Gall, Skjelmose, Adam Yates, Jorgenson, o el “on fire” Joao Almeida, estos tres últimos con el lastre de trabajar para sus líderes. Las esperanzas españolas se reducen a insertar en este grupo a Carlos Rodríguez y al recurrente Enric Mas.

Contará la serpiente multicolor con una nutrida selección de ciclistas para animar la carrera. Estará desbloqueado el reciente ganador del Giro, Simon Yates, en modo gregario, pero con más libertad para gestas, los SUV Van Aert y Van der Poel, el compacto Ganna, los incansables Healy y Alaphilippe, corredores con la flecha para arriba como Lenny Martínez, Onley o Kevin Vauquelin y el esperado e ilusionante debut de los nacionales Pablo Castrillo e Iván Romeo. Sin olvidar al respetado gremio de los cazadores de etapas con los Storer, Mohoric, Hirschi, Aramburu, Abrahamsen, Schachmann, Dunbar, Stuyven, o Ion Izaguirre.

Chispas saltarán también en los sprints. Sin Cavendish y sus récords, el foco se desplaza a glorificar a uno de estos velocistas: Jonathan Milan, Merlier, Groves, De Lie, Groenewegen, Ackermann, Philipsen o Girmay, sin cerrar la puerta a una segunda línea algo más flojita ahora mismo: Waerenskjold, que deja sin despedida del Tour al clásico Kristoff, Coquard, Bauhaus, Demare, Watson, Dainese o incluso el emergente Jake Stewart.

En el apartado de ausencias, la dictadura a la que está sometida la prueba ha hecho que algunos hayan buscado recolectar su cosecha en el Giro: no estarán Ayuso, Del Toro, Bernal, Gee, Caruso, Ciccone, Hindley, Pellizari, Poole o Tiberi. Keldermann y Kruijswijk, quien lo diría, parecen haber pasado al equipo B de Visma y Pedersen, todavía sorprendido, se queda fuera en detrimento de Milan. Tampoco ha sonado el teléfono del clásico Bauke Mollema y David Gaudu ha decidido correr convocatoria para evitar otro bochorno como el de la ronda italiana. Laurens De Plus, en cambio, tendrá que deshacer las maletas. Thomas Pidcock no está invitado a la fiesta y diversas dolencias se llevan por delante al prometedor Uijtdebroeks, a nuestro guerrero Landa, a buenos cromos como Matthews, Laporte, o Jakobsen y a nuestro querido Carapaz, que nos levantó del sofá en el Giro, pero no ha podido con un virus intestinal.

Ya no pasen páginas buscando en la clasificación a Bardet y Fugslang, están recogiendo sus enseres, ni a míticos como Uran o De Gendt, ya dedicados a otras tareas. Y preparen con honores una merecida despedida. Es el último Tour de casi un amigo, Geraint Thomas.

Material de sobra tenemos y el Tour no lo pone fácil. Eso sí, podrán encontrarme pedaleando a tope en mi bicicleta estática con el único y obsesivo objetivo de destronar a Pogacar.

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