Música para viajar (VII): Segovia, pericopuertos y lechal.

Por Ignatius J. Batelmo

Escarabajosa, la mocosa, es un corral de cuatro vecinos, al cura le hacen guardar las cabras, y al sacristán los gorrinos.

Refrán popular segoviano

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Ahora que el verano se aprovecha del cambio climático para darnos una prórroga entre finales de septiembre y primeros de octubre, es el momento idóneo para viajar y disfrutar, otra vez, de buena música. Sincronicen el bluetooth y aprovechen ahora, quizás la sequía no les permita pronto disfrutar de estos paisajes tan pintorescos. La mejor manera de conocer los pueblos de Segovia es el coche, pero vaya pensando ya en cambiar a un eléctrico, y lleve una bici en la baca para emular a Perico Delgado, ganador del Tour de Francia en 1988 y una leyenda local. Por los altavoces del vehículo esta vez sonará música de diferentes partes, que casan muy bien con el recorrido, incluyendo algunas bandas segovianas poco conocidas. En todo caso, en cuestión de patrimonio, paisajes y gastronomía, no habrá decepción posible. Además del cochinillo, el cordero lechal o los judiones de la Granja deberían contar con la mejor puntuación posible y de postre hay que dejarse llevar por el ponche segoviano.

Si llegamos desde Madrid, la primera parada obligatoria es el Parque Nacional de Guadarrama, que comparten Segovia y Madrid, y que en la vertiente norte castellana encuentra su mayor esplendor. Corzos, jabalíes, águilas reales, riachuelos y plena naturaleza en un edén senderista de altas prestaciones mientras escuchamos Montaña de Club del Río.

Sin movernos muchos kilómetros podemos disfrutar de palacios singulares como el de Riofrío o caminar entre las montañas de El Espinar y San Rafael, donde el proyecto Liceo Glinka trae a geniales intérpretes de música clásica a conciertos en un entorno idílico de un jardín bajo los árboles del bosque. Esas arboledas de pinos y robles esconden prados, lagunas y antiguos búnkeres de la Guerra Civil que recomiendan una buena ruta montañera

Mientras escuchamos Sonrisa Vertical disfrutamos de los lugares monumentales de Segovia capital: cochinillo, acueducto, catedral, Machado, alcázar y un sinfín de iglesias románicas, conventos y calles con sabor nos sumergen en una de las ciudades imprescindibles de toda España. También nos podemos perder entre los bares del centro bajo los sones locales de Hens y Los Lagartos.

Nos ponemos un disco de La M.O.D.A. para seguir disfrutando de la planicie castellana salpicada de rincones excelsos y no muy conocidos, como Coca, Cuéllar, Santa María Real de Nieva o Sotosalbos, en los que el románico nos hace recogernos y reflexionar sobre la vida contemplativa y campestre: qué bueno sería abandonar la ciudad e irnos a vivir a Marazuela escuchando canciones de Templeton y bañándonos en el río, para luego irnos a comer en familia a Torrecaballeros, donde tienen las mejores carnes a la brasa de la región.

Para tomar algo es más que recomendable hacer un receso en Valdeprados, en concreto en Tomasa, tienda de productos típicos y bar, o si se va un sábado siempre se puede tomar una cerveza en el Bar del Ayuntamiento mientras se disfruta del sonido de una dulzaina que coincide con la salida de la iglesia de alguna boda campestre y de indudable buen gusto. Nos ponemos una canción de Tulsa para acompañar un paseo al fresco posteriormente para recordarnos cómo es la vida realmente.

Torre del Homenaje, Valdeprados. FOTO: Jesús Pérez Pacheco

En la parte oriental de la provincia, accediendo de la A1 la belleza no cesa. Ponemos canciones de Quique González o de Xoel López y nos acercamos a Ayllón, Maderuelo o Cantalejo. En Sepúlveda hay que dejarse arrastrar por la corriente del Duratón: ya sea a pie o en canoa, las Hoces merecen muchísimo la pena, siempre que no amenace tormenta. Para almorzar el mejor cordero del país, se puede elegir entre el Figón de Zute el Menor y el Figón de Tinín.

Una manera muy veraniega de disfrutar la provincia es a través de los festivales de música en Segovia, otro rollo diferente, sin aglomeraciones, donde destacan el Hay Festival de su capital o el Huercasa de Riaza, dedicado a la música country y que incluye interpretaciones gratuitas en el centro del pueblo. Además Planeta Folk, las Velas de Pedraza o las Noches Mágicas de la Granja pueden ser deliciosos eventos donde combinar buena música y comida exquisita.

Más allá de la música, en el Real Sitio de San Ildefonso (La Granja) y Pedraza podemos encontrar los dos municipios más hermosos de la provincia, con cascos históricos de relevancia sin igual, ya que cuentan con un cuidado exquisito, una arquitectura portentosa, librerías de prestigio y restaurantes de alta alcurnia. Lo recomendable es ponerse las zapatillas para patear ambos pueblos. y los cascos, zambullirse en las propuestas de Robe o de Vermú y disfrutar del verano, del veranillo de San Miguel o del irrefrenable veroño.

Es el momento de disfrutar de las buenas cosas de la vida antes de que se terminen. Carpe diem.

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