Listoteca (IV): La Maqueta, Mamá Ladilla

«Nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.

Estamos tocando el fondo.»

Gabriel Celaya

Por Anacoreta Bloguerer

Dedicado a los punkis de Tirso de Molina, capaces de vender el sonido enlatado de un tractor tísico, con el argumento de que databa de tiempos en los que el grupo (no importa cuál) aún no se había vendido (todos lo hacen) y por ese motivo era harto ininteligible y más auténtico.

¿De entre todos, un disco que me haya marcado? El primer álbum de Mamá Ladilla, Directamente a la basura (1994), popularizado como «Maqueta», 10 canciones en concierto más 6 grabaciones caseras = 16 tracks que aprendí de memoria.

En mi recuerdo, el orden era distinto al de las modernas plataformas: Ya estoy (1.) no era el lógico final. La casete se interrumpía: incompleta y por lo mismo infinita… Contenía en sí, ya, la temática y dejes formales que marcarían la tan variada como coherente carrera del prolífico Juan Abarca.

Protagonista imprescindible de toda su obra es, sin duda, la caca. Basta repasar las portadas de la Maqueta (el formato TDK carecía de tal cosa) como del resto de su discografía:

Pero no son solo canciones de mierda.

La nota de estilo más recurrente en el Directamente…, es la aliteración: Ya tardas, Bastardo (2.); Aparta, papá (3.) «que te empapa la papa, aparta que la papa te va a empapar»; característica refinada en Atente a tu tonta tarea (Requesound, 1999): «tener que tener este «ten con ten» contigo es una tanto ingrato»; y exagerada hasta solo emplear una vocal En el vergel del edén (Analfabada, 2002).

Como buen corruptor de menores, Abarca es profesor de armonía y se permite componer con estructuras bajo-medievales: Pobre Principito (4.) es cantar de juglaría, Sucedió en Beckelar (Autorretrete, 2005) de gesta, con un arranque redondisísimo, por cierto:

Cabalgaba el príncipe valiente,

valiente cobardica,

armado hasta los dientes».

Su némesis «el cabrón de mi cuñado» es un arquetipo que reaparece implícitatemente, ora en las cotidianas experiencias de Chorrada militar (Naces, Creces, te jodes y mueres, 1998):

«No se qué de la garita,

no sé qué de que ibas pedo»;

ora en el sublime éxtasis conceptual de Todos menos tú (Power de mí, 2001): «que lo sabes todo.»

La Maqueta se difundió clandestinamente en mi colegio, no tardó en ser requisada y los miembros de la APA tuvieron ocasión de analizar el hedonismo desacomplejado de Tocando la zambomba (5.) «yo me lo paso bomba (…) de pequeño me decían no te toques la zambomba o te quedarás como Torrebruno»; las íntimas confesiones de Ataca (6.): «la primera comunión yo la hice con resaca»; o la frustrada dialéctica historicista de Catequista parroquial (7.): «estamos saliendo del siglo XX y pensamos lo mismo que en el XIX.»

Pese a lo literal del título, tardé en entender el sacrílego significado de Yo prefiero a Baco (8.): «La imagen de un yonki en pelota picada sangrando como un cerdo grapado en unas tablas», ignoraba quién era el tal Julián Lago que no «lo haría mejor».

El descarnado existencialismo de Naces, Creces, te jodes y mueres (9.), canción homónima al disco de 1998, Soy patético (10.) o Solo, (11.), sigue de manifiesto en Cosas que joden (Analfabada, 2002):

«En la vida hay que hacer cosas que joden,

por ejemplo, jode: pisar una mierda,

o trabajar.»

La crítica a la vacuidad de la sociedad consumista de Pintamonas (12.):

«Zoquete, zoquete, zoquete,

Zo ¿qué te hecho yo? ¡Carámba!

Carámbanos en tu alma,

almacén de nada»

resuena en Tu bar (Requesound, 1999):

«El desfile de muchachas bonitas

que se emborrachan y vomitan,

no deja de ser pintoresco

pero no justifica estos precios dantescos.»

No sería descabellado afirmar que Gebimetal circo (13.) fue himno precursor de una banda tan esencial en la escena monguer, como Gigatrón. Los gorjeos heavies con samplers de Flash Gordon de The Trinch (14.) anticipan los solos de guitarra a capela de los dioses valencianos, y me atrevería a decir que todo el noble arte del «Air guitar».

Rappel (15.) y Tu fiesta (16.) están muy bien también, muy bonitas.

Cancionero absurdo, puede, pero no huero, con su propia adaptación teatral:

Hay quien supone que Abarca simplemente bufa contra todo y todos, y su mejor prueba de esta equidistancia está en el verso «izquierda y derecha gastando saliva» de Generación espontánea (Arzobispofobia, 1996). Lo cierto es que «el Alcalde es tonto, echémosle pronto» de dos ripios más arriba, era entonces en Madrid, Álvarez del Manzano. Y añade por si hubiera alguna duda: «es un puto beato, sueño que lo mato».

Me paso los suficientes pueblos como para que se tome ya todo a broma

En su libro Dios es chiste, capítulo Organización, entre consejos prácticos a los promotores de festivales, define el estado general del sector cultural español (subsector ayuntamientos pequeños):

Aún no toca fondo: con Engendro, otro de sus proyectos musicales, experimenta traducciones fonéticas con erótico resultado: «Traéme un cojin del cuarto de star» / «Aquí somos más de Manuel Machado».

Toca el bombo en el grupo Dixselia, digo Dixlesia.

Rebuscando en su basura pueden encontrarse cosas perfectamente aprovechables ¡Un condón semi-nuevo de Rocío Jurásico! (min 4:00).

Estoy deseando topármelo casualmente y poder preguntarle: «Eminencia, ¿me permite que le bese el anillo?» para que él responda, es chiste viejo: «Claro que sí, hijo. Pero sin diminutivos.»

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