Por Ignatius J. Batelmo.
Esta tierra con un horizonte infinito, con su tibios olores, con un cielo que parece recogerlo todo y adonde suben balidos, ladridos, rebuznos, gritos de pastores, mansos ruidos del aire, sones de campanas a lo lejos… Tierra que no la puede recordar ningún trozo de arte por genial que sea (Eusebio García Luengo).
La segunda provincia más extensa de España tiene tanto patrimonio cultural y natural que no es imprescindible recorrerla en un solo viaje. A tiro de piedra de Madrid, se dejará visitar a menudo para conocer cada comarca a fondo. Si crees que su nombre no invita a disfrutar, te equivocas. Es una maravilla: el jamón ibérico, Plasencia, el Parque Nacional de Monfragüe, Trujillo, la torta del Casar, Guadalupe, las Hurdes, las migas extremeñas, la Vera, Alcántara, las cerezas, el Valle del Jerte, los Ibores, las perrunillas, la sierra de Gata o la ciudad de Cáceres, patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Cada pizca de deleite paisajístico y gastronómico te dejarán con ganas de repetir. Y para dormir Cáceres es la provincia española con mayor presencia de Paradores Nacionales: Trujillo, Cáceres, Guadalupe, Plasencia y Jarandilla de la Vera. Además, no dejéis de visitar la red extremeña de Hospederías, cuya calidad culinaria y comodidad no tienen nada que envidiar a los paradores y son bastante más económicas.
Mejor será seguir las rutas acompañado de esta lista musical ad hoc y con los diez mejores destinos de la provincia.
1. PARQUE NACIONAL DE MONFRAGÜE (Extremoduro – Extrema y Dura)
Nos deleitamos con los paisajes del parque y sus buitres negros. Desde su castillo las vistas son espectaculares. Un paseo junto al río, una pequeña ermita, el deambular de los corzos, el ambiente bucólico y la biodiversidad invitan a un rato más que agradable. Lo más recomendable es una caminata por la naturaleza que abra el apetito para enfrentarse a una gastronomía grandilocuente.
Y si el paseo es nocturno, mucho mejor:

2. GUADALUPE y LOS IBORES (Luis Pastor – Aproximación)
Hay pocas vistas mejores en Extremadura que las que disfrutan desde la piscina del Parador de Guadalupe. En un ambiente tan relajado, a menos de 50 metros del imponente Real Monasterio, patrimonio de la Humanidad, es fácil olvidarse del día a día. Sólo se puede visitar con guía oficial y en grupo, pero resulta imprescindible deleitarse con su Historia, su devoción, su arte o la influencia de la Virgen de Guadalupe en el continente americano.
Las mejores opciones a la hora de comer comer son el propio Parador o La Posada del Rincón.
3. Ciudades renacentistas: CORIA y PLASENCIA(Acetre – La danza del mostrenco)
Es difícil no dejarse llevar por el agradable paseo por sus cascos históricos, degustar unas migas en una terraza y revivir el esplendor de esta tierra de los siglos XVI y XVII cuando los conquistadores del continente americano regresaban e inundaban de riqueza y casas señoriales estas otrora importantes urbes. De aquella época permanece la esencia, la arquitectura civil y religiosa de prestigio o las fortalezas de las guerras contra Portugal.
Hay que degustar una caldereta o una ensaladad de zongollo en la Plaza Mayor de Plasencia o tapear en Restaurante Succo. O también se puede parar en El Bobo de Coria, cuna de una exquisita carne de retinto. Por la tarde, tocará seguir paseando.
4. EL VALLE DEL JERTE (Bebe – Siempre me quedará)
La archiconocida imagen de los cerezos en flor convierten la zona en una meca del turismo en marzo (en 2017 parece que será en abril). Recomendamos una ruta circular en coche por Valdastillas, Piornal, Barrado, Cabrero, Casas del Castañar, El Torno y Rebollar. Y se puede parar a comer en el pueblo de Jerte.
Dejarse llevar por el paisaje invernal o darse un baño fluvial, en verano también son buenas opciones, gracias a sus magníficas piscinas naturales, como las Gargantas del Infierno. Para reponer fuerzas tras el baño, se puede disfrutar del Restaurante Las Palomas en la localidad de Jerte.
No quedan lejos Hervás, Puerto de Béjar o Candelario (las dos últimas ya en la provincia de Salamanca) localizaciones de montaña, cuidadas, afables, tranquilas y castellanas donde el buen paladar se sigue cuidando en sitios como A Fuego Lento (Hervás).
5. TRUJILLO (Vetusta Morla – Maldita dulzura)
Justo a medio camino entre Sevilla y Madrid, con un Parador espectacular, Trujillo es un ejemplo de conservación medieval y renacentista para todas las poblaciones. Como ciudad fronteriza conserva gran parte de su muralla y su castillo, y posteriormente sus mejores hijos «hicieron las Américas» y la riqueza de sus palacios, mansiones y monasterios inunda cada esquina.
Una gran estatua de Francisco Pizarro preside la Plaza Mayor de Trujillo, el mejor lugar para iniciar la visita que debe llevar a la Iglesia de Santa María la Mayor, La Torre del Alfiler, el Palacio de San Carlos, o la Casa Museo de Pizarro hasta coronar en el Castillo de Trujillo, que ha recogido el rodaje de la 7ª Temporada de Juego de Tronos.
Gastronómicamente se puede optar por el típico La Troya o apostar algo más alto y pasarse por El 7 de Sillerías, un lujo para el buen gusto culinario.
6. La comarca de LA VERA (Pablito – Quizá algún día)
Madrigal, Villanueva, Jarandilla, Jaraiz… cada pueblo de la Vera merece la pena. El Monasterio de Yuste, imponente retiro de los últimos días del Emperador Carlos V. El singular monasterio invita al silencio y a la reflexión. Cada uno de los pueblos del recorrido (es muy fácil y corto cada trayecto) subliman el preciosismo rural.
La escasa fama de la comarca la hacen todavía un oasis cultural muy fotogénico. Hay que ir antes de que explote la burbuja. Es más que recomendable conocer Villa Xarahiz, un hotel rural que cuenta con el lujo del mejor resort, con un restaurante de primer nivel y una vinoteca que hará las delicias del mejor sumiller.
7. ALCÁNTARA y el Parque Internacional del Tajo (Extrechinato y Tú – Si el cielo está gris)
Acercarse a la frontera con Portugal es uno de las etapas más aconsejables del recorrido sólo por ver el imponente puente romano de Alcántara, ya sea para cruzarlo en coche o a pie, para disfrutar de las vistas desde lo alto de la ciudad o para serpentear por la carretera que baja hasta el río Tajo.
El señorial trazado de viviendas e iglesias, configuran un

entorno monumental que nos puede recordar a Trujillo o Plasencia, pero en un entorno muchísimo más tranquilo, sin apenas turistas, casi en familia.
Una excursión más que recomendable desde allí es pasar hasta Monsanto, en Portugal, uno de los pueblos más bonitos del mundo.
8. SIERRA DE GATA (Los Niños de los Ojos Rojos – Evo Truba)
En las estribaciones del sistema central entre Salamanca y la Serra de la Estrelha protuguesa, esta recóndita región ofrece rutas de senderismo o de ciclismo solitarias en casi cualquier época del año y una naturaleza exhuberante que embelesa al visitante. Entre las poblaciones de Trevejo, Valverde del Fresno, Villamiel o Hernán Pérez, se puede deambular como lo hacía cualquier ardilla por la Península Ibérica hace varios siglos.
9. LAS HURDES (Flamaradas – Pasaje entre las cañas)
En los años 30 era la comarca más abandonada de España y Luis Buñuel lo reflejó con precisión de cineasta en «Una tierra sin pan»:
En la actualidad se trata de una tierra rica para el turismo rural y cuyos pueblos han recobrado una actividad ejemplar. Muchos de los urbanitas que huyen de la ciudad encuentran en esta comarca su retiro perfecto. El paisaje que más merece la pena de toda la provincia (cuya foto preside este post), se encuentra en Ríomalo de Abajo.
Se debe hacer un alto en el maravilloso pueblo de La Alberca (ya en Salamanca) o disfrutar de buena comida y buenas vistas en El Mirador del Soto, en Sotoserrano.
10. La ciudad de CÁCERES (Coro Universidad de Extremadura: Mozart – Ave Verum Corpus)
5 minutos por el casco histórico de Cáceres sirven para hacerse una perfecta idea de la definición de «ciudad patrimonio de la Humanidad por la UNESCO»: parece guarecido en la Edad Media, dan ganas de recorrerlo a caballo y con armadura y cada esquina, cada arco, cada estatua y cada iglesia provocan un viaje mental en el tiempo.
Hay visitas interiores que acompañan al espectacular exterior: la Fundación Mercedes Calles y Carlos Ballestero (plaza de San Jorge, 2),que ha recogido exposiciones de Warhol, Tiziano o Picasso, el arquitectónicamente espectacular Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear y el clásico Museo de Cáceres.
Para comer la mejor opción es Atrio, restaurante con dos estrellas Michelín. Pero Cáceres fue capital gastronómica en 2015 y yendo de tapas se puede comer muy bien en El Figón de Eustaquio (plaza de San Juan, 12) o Eustaquio Blanco (Ruta de la Plata, 1), La Cacharrería (Orellana, 1), la Tapería Yuste (plaza de San Juan, 11) o incluso en la plaza Mayor, como en el restaurante La Minerva. Para tomar una copa, se recomienda rematar la jornada en la calle Pizarro o en La Madrila.
En definitiva en la provincia de Cáceres se cumple la trilogía de requisitos para disfrutar de un viaje (o , en este caso, de varios): buena comida, espectaculares paisajes y monumentos y música de primera.