Piqué vs Ramos

Por Ignatius J. Batelmo

“Cuando éramos pequeños a algunos les gustaba el baloncesto y a otros el básket»

(Sergio Ramos)

Que no me vendan ni una vez más la moto de que no hay que mezclar deporte y política. Que no lo digan más veces los que no paran de hacerlo. Ya desmontamos esta falacia en un artículo anterior, y esta vez nos centraremos en el deporte rey (por el dinero que mueve), el fútbol, tantas veces entremezclado en un maremágnum de banderas, simbología, declaraciones fuera de tono, pitadas a los himnos, etc.

El balompié ya no es sólo la droga del pueblo. Cada semana asistimos a un repugnante  espectáculo amarillista en el que los futbolistas se han convertido en los grandes expertos de opinión política. No resulta raro que a estas alturas de la película independentista catalana (con su reverso tenebroso de nacionalismo español) el público en general y los medios de comunicación que lo alimentan prefieran conocer el parecer de «reputados» politólogos como el insigne entrenador Guardiola, los centrales de la selección española Piqué y Ramos o incluso Pamela Anderson. Nos hemos vuelto muy cutres; o ya lo éramos pero no queríamos darnos cuenta.

piqué ramos 1

Un ejemplo de los trending topic en la macedonia de elementos político y futbolísticos fue la manida nueva camiseta de la selección española de fútbol con su supuesta banda morada o azul, sobre la que opinaron ministros, dirigentes, jugadores, aficionados, periodistas… y cada cual a favor o en contra sólo según su ideología porque parece una alegoría a los colores de la bandera de la II República (de la I República nadie se acuerda nunca, por cierto). En cualquier caso, en esto de las camisetas, nada mejor que rememorar viejos tiempos para darse cuenta de que esos guiños fueron aún más evidentes y nadie se rasgaba las vestiduras en aquellos maravillosos años 90.

piqué ramos 2

En aquella época, Pep Guardiola era uno de los mejores jugadores de la selección española de fútbol. Luego se hizo entrenador de éxito y poco a poco uno de las personas más influyentes para el independentismo catalán. Y el españolito de a pie, aquel que se siente muy español es lo que le critica: que haya defendido de la camiseta de España, la de un país centenario y que ahora acuchille a esa nación por la espalda. En un contexto en el que la prensa amarilla tiene un crecimiento altísimo, meterse con el técnico del Manchester City parece que hace ganar lectores: y además él mismo se empeña en caer mal.

Ahora Guardiola, adalid del independentismo allende nuestras fronteras, luce un lazo amarillo en los partidos de su equipo en solidaridad con los encarcelados causantes del referéndum ilegal del 1 de octubre. Y por supuesto, dice que le da igual que la UEFA, la FIFA, la Premier o el Tribunal de las Aguas de Valencia le sancionen. Claro que no le importa, porque aquí no es un mero entrenador de fútbol, sino que utiliza su bien remunerado empleo para sacar rédito político a su causa. La Historia se repite.

Guardiola

Y es algo similar lo que provoca que piten a Gerard Piqué cuando defiende esa misma camiseta: que nadie le perdona que sea tan buen central y a la vez tan poco comprometido con la españolidad acérrima. Su afición a opinar de cada tema le hace estar siempre en la diana, y cada comentario en favor del derecho a votar de los catalanes es recibido como una puñalada por quienes enarbolan la bandera de la soberanía del pueblo español (que es la que dispone la Constitución). No olvidemos que se trata «sólo» de un futbolista, pero es que es una figura tan mediática (por su pareja, por su forma de ser o por su manera de jugar) que aprovecha su tirón para comunicar. Piqué eleva a la enésima potencia su protagonismo ante el micrófono en cualquier faceta y, cómo no, se crece al hablar de política y en defender una postura que podemos llamar «intermedia» (no es lo mismo el derecho a decidir que estar a favor de la independencia).

También está claro que el hecho de estar presente en la reivindicación de una selección catalana (que pudiera ser tildada de hipócritas) le pasa más factura que a otros compañeros de selección española (Jordi Alba, Bartra, Busquets…) o incluso que al portero del Real Madrid Kiko Casilla. Y es que si sumamos sus ideas políticas a que es el mayor enemigo del madridismo (por los cánticos en las celebraciones de su equipo), su figura se convierte en el Satanás patrio, el enemigo número 1 que debe ser pitado y vilipendiado en cada ocasión, aunque sea en un partido oficial de España. Y todavía nos alarma que haya aficionados que con este caldo de cultivo que se les va administrando prefieran pitar a Piqué a aplicar alguna lógica futbolística, sobre todo cuando esta actitud aminora las posibilidades de vencer de la selección española.

una nació una selecció

Sin embargo, la capacidad de sorpresa en este país está bajo mínimos ante tanto ejemplo de hipocresía pregonada a los cuatro vientos. El Presidente de la La Liga, Javier Tebas, no duda en hacer fuertes apologías sobre la limpieza moral del negocio que dirige con mano de hierro: nada de política… pero sólo para lo que a mí me interesa, porque para meterse con la ideología de Guardiola o para criticar el procès o incluso ir a una manifestación envuelto en la rojigualda siempre hay tiempo. Defender la bandera no es hacer política, dirían algunos, pero no podemos olvidar que el uso de esta bandera se hace en contraposición a la estelada un símbolo que los independentistas catalanes nos han metido hasta en el tazón del desayuno. Sí, es hacer política. Justo lo que el presidente de la Liga dice que no hay que hacer.

Sería bueno mencionar como anécdota  el caso de Zozulya un jugador ucraniano, que quiso fichar por el Rayo Vallecano y tuvo que volver a su club de origen porque la mayoría de la afición rayista (de extrema izquierda) no admitía que este jugador se enfundara su camiseta por su supuesto pasado ultraderechista en la guerra de su país. Cuando este caso ocupó portadas, volvió a salir el ínclito presidente de la Liga a sermonear impunemente aquello de que es inconcebible que se pueda privar de un empleo a una persona por sus ideas políticas, llegando a amenazar con querellarse contra un grupo de los bukaneros, la parte más radical de la grada de Vallecas.

En el caso de Sergio Ramos la obvia salvaguarda a ultranza de la enseña nacional le deja en un púlpito para los guardianes de la centenaria patria española aunque a veces se pasa con sus amistades fascistoides veraniegas:

sergio-ramos

Quien lo glorifica enardece si se le mienta que esto también es mezclar fútbol y política; para ellos envolverse en cada celebración con nuestros colores, portar la camiseta nacional defendiendo a un país entero y mostrarse orgulloso de ser español en cada declaración como capitán no son manifestaciones políticas; todo lo que ampare la Constitución del 78 no puede ser considerado político. Sólo el que vaya contra nuestra sacrosanta Carta Magna (alentando al separatismo) hace manifestaciones políticas. Es decir, que se les olvida que existe un artículo sobre la libertad de expresión otros sobre la libertad de conciencia, uno más sobre la igualdad y algunos sobre las nacionalidades y regiones que componen nuestro Estado.

En definitiva, vivimos en un país dual y ya lo sabemos. Parece que sólo puede haber dos bandos y tienes que alistarte en uno de ellos so pena de ser un equidistante paniaguado sin criterio propio, un pardillo cobarde que no se atreve a tomar postura, un paria social. A nivel político y a nivel futbolístico nos van obligando a elegir entre PP y PSOE, entre bloque independentista catalán o bloque constitucionalista del 155, entre Madrid y Barça, entre Guardiola y Mourinho, entre Ramos y Piqué, entre tortilla de patatas con cebolla o sin ella, o incluso entre el baloncesto y el básket (S. Ramos dixit). No puede haber gente que sea de UPyD, o aficionado del Zaragoza, o que le guste ver jugar juntos a los dos mejores centrales que ha tenido nunca la selección española.

Nadie nos va a regalar un país como nos gustaría que fuera; siempre habrá indeseables que quieran imponer sus sentimientos políticos; siempre alguien verá más legítimo el uso de sus motivos, ya sea éste la democracia o la bandera de todos los españoles, y despreciará a quien se oponga; y siempre habrá quien lo use en el fútbol (como fenómeno mediático de masas) para sacar más rédito, más dinero o más poder. Que dejen de tomarnos por ingenuos.

Y esto de mezclar política y fútbol no es un tema español tan sólo. Hay miles de ejemplos, pero nos daría para otros tantos posts. Una imagen vale más que mil palabras:

2017 Scottish Premiership Hibernian v Celtic Dec 10th

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