Restaurante «El Olvido»

Por E. Asensio

La carretera comarcal NA-213 no era de las más transitadas de la zona. La construcción del último tramo de autovía la había convertido en una vía aislada y maltrecha. A aquellas alturas del año, y entrada la noche, la calificación de lúgubre también resonaba en mi cabeza.

La emisora que llevaba sintonizada no resistía la señal, por lo que decidí desconectarla, lo que permitió concentrarme algo más en el trazado del asfalto. Llevaba varias horas sin comer nada, y tal vez mi última decisión no había sido acertada en este sentido. Estimaba casi imposible que algún comercio sobreviviera por aquel lugar.

Reduje lentamente la velocidad de mi utilitario, y tras activar las luces de emergencia, me detuve en el arcén. Mi dispositivo móvil carecía prácticamente de cobertura y pensé, que al aire libre, obtendría mejores resultados. Después de un batallar con su posición y altura, logré acceder a un motor de búsqueda para intentar cerciorarme de mi aislamiento.

Sin embargo, fue mayúscula mi sorpresa cuando el buscador localizó, a unos dos kilómetros de distancia, la existencia de un establecimiento denominado “Restaurante El Olvido”. Desde luego, al menos en el nombre, habían acertado.

Mientras reactivaba la marcha me autoconvencí de que el negocio estaría cerrado casi con total seguridad, aunque era verdad que en la página digital contaba con alguna valoración relativamente reciente.

Los dos kilómetros se me hicieron eternos, tal vez por el ansia de descubrir qué iba a encontrarme. Un viejo y destartalado cartel me anunciaba mi llegada a 500 metros. Es cierto que por su lamentable estado, multipliqué mi convicción de que tendría que continuar con aquel terrible dolor de estómago.

Si bien nadie más transitaba conmigo por el trayecto, accioné la palanca del intermitente derecho, cumpliendo escrupulosamente con el Código de Circulación. Sobre un montículo relativamente grande, podía divisarse ya, en medio de la oscuridad, una construcción baja que debía corresponder al restaurante.

Tengo que confesar que cuando me acerqué a la misma y pude comprobar que una de las pequeñas ventanas contaba con luz, más que alegrarme me estremecí. Hubiera preferido cerciorarme de su abandono.

Las instalaciones contaban con un parking en la entrada, donde evidentemente ninguna plaza estaba ocupada, por lo que decidí estacionar frente a la puerta. Fuera del coche, me di cuenta que realmente estaba muerto de miedo. Estuve a punto de continuar la marcha, pero no quise tampoco crearme una película.

Delante del portón negro, mi vista no podía apartarse de la luz de la ventana, pero ello no me impidió pulsar el timbre con energía. No escuché nada en el interior.

Por más que lo pienso tal vez me arrepienta de haber vuelto al vehículo corriendo y haber abandonado aquel lugar.

Todavía a día de hoy, años después, introduzco en el buscador: “Restaurante El Olvido. Carretera comarcal NA-213” y la respuesta sigue siendo la misma que la del día después de todo aquello: “No existen resultados”.

FIN

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