Un tour por el Tour (3). Edición 2019

Por E. Asensio

«Un buen libro es aquel que se abre con expectación y se cierra con fruto» (Amos Bronson Alcott).

Un conglomerado de acontecimientos, en su mayoría desgraciados, han desencadenado una de las ediciones del Tour más abiertas de los últimos tiempos. La expectación es similar a la que se produjo tras el fin de las dictaduras deportivas de Indurain y Armstrong. Algunos rotativos elevan hasta la cifra de diez candidaturas la nómina de favoritos al triunfo final, mientras que las casas de apuestas no paran de recibir combinaciones inverosímiles.

En un delicado ejercicio, dentro de las competencias que me otorga mi columna anual, me arriesgo a situar en un escalón superior a los siguientes nombres como grandes aspirantes al cetro de París este año: la dupla del antiguo Sky, los Ineos Geraint Thomas y Egan Bernal, el eterno aspirante Richie Porte, la esperanza a la sequía francesa Romain Bardet y el candidato de los medidores de estados de forma: Jakob Fuglsang.

Ahora bien, el elenco que integra el segundo escalón aspira a todo en el año de las incógnitas, muchos con la presión de una última oportunidad de enfundarse el amarillo al final de la carrera: Nairo Quintana, Vincenzo Nibali, Adam Yates, Rigoberto Urán, Thibaut Pinot, Mikel Landa, Steven Kruijswijk, y por qué no, Enric Mas, segundo en la Vuelta 2018.

No habría que desmerecer otros nombres, que por su momento de forma, o la presencia en carrera de un jefe de filas, tendrán otro rol en la competición. La carretera podría destinarles objetivos más ambiciosos: Fabio Aru, Bauke Mollema, Dan Martin, Alejandro Valverde, Warren Barguil, Ilnur Zakarin o Simon Yates no son gente de fiar.

Para los cazadores de talentos, no pierdan de vista los dorsales de jóvenes en alza: Valentin Madouas, Wout Van Aert o Guillaume Martin. No les extrañe verles rondar el top 20, sobre todo a los franceses.

El relato hasta aquí expuesto sólo puede comprenderse tras conocer las ausencias. En algunos casos han supuesto una gran conmoción y han alterado no sólo el trabajo anual de sus equipos, sino toda la perspectiva global de la carrera. No estarán, por diversos motivos, ni el segundo ni el tercero ni el cuarto clasificado de la pasada edición; esto es, ni Froome ni Domoulin ni Roglic, se dice pronto. La apuesta por el Giro se lleva por delante a su flamante vencedor, Richard Carapaz, pero también a Bob Jungels, Rafal Majka y Supermán López.

Echaré de menos a algunos gregarios de lujo, uno de mis grupos predilectos. Pozzovivo, Gesink o Brambilla no tomarán la salida. Tampoco dos figuras eternas, sorprendidos al no verse en los listados de sus escuadras después de más de una década como fijos: hablamos de Gilbert y Cavendish, historia viva del Tour.

A los que seguro que ya sólo podrán ver en carreras aficionadas es a aquellos que han ha pasado a mejor vida (deportivamente hablando) y se unen a la lista de ciclistas retirados: Franco Pellizzoti, Simon Gerrans, Bram Tankink, Igor Antón o el mítico Sylvain Chavanel no portarán más dorsales oficiales. Aunque lejos de la ronda francesa desde hace tiempo, me veo obligado también a mencionar el retiro de nombres que siempre decían algo: Damiano Cunego y Filippo Pozzato.

Compartido mi análisis, me desplazo ya mentalmente a suelo belga, desde donde partirá este año la serpiente multicolor. Esta vez, mi privada ilusión particular la deposito en el joven Enric Mas. Con todo este revuelo, me he planteado incluso pasarme yo también por la casa de apuestas.

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