Entrelistas (III): Pablito

Lo que provoca el éxito de gran cantidad de obras es la relación que se da entre la mediocridad de las ideas del autor y la mediocridad de las ideas del público.

Nicolas Chamfort

Por El Listo de la Compra.

«Pablito Renovado, Juan Pablo Bellomundo y otros artistas invitados» es una banda de gangsta-folk tan a la contra, que no necesita de grandes cifras para demostrar nada. De hecho, rehúyen a las discográficas y a los fans para centrarse en su música y otros trabajos. Son el indie de la música independiente, una mística y un sin Dios.

Cuando empezaban a triunfar cambiaron su nombre al genérico «Pablito», para evitar que todo el oropel de la industria pudiera emponzoñar sus letras con una micra de «mainstream». Lograron difuminarse y fundirse con el paisaje, como cuando se esparcen las cenizas de un fallecido. Imposible encontrarles en Google y en Spotify con un nombre tan común.

A pesar de sus continuos intentos por camuflarse, acaban de cerrar una colaboración para la plataforma Netflix con una canción de su primer álbum pero siguen sin fecha definitiva para la publicación de su próximo trabajo. 

Responde telemáticamente a las preguntas del Listo este sexteto que, como todo sexteto que se precie, ha estado compuesto por al menos diez integrantes (por orden de irrupción: Bruno Velasco, Rafa Carazo, Jordi Grau, Alejandro Candil, Alejandro Cornejo, Juan Luis Arranz, Jorge Colomer, Jose Troyano, Antonio Gandiaga y Pablo Romero –Maki-).

En vuestros orígenes bebisteis de las más eclécticas tradiciones culturales ¿Quién pensáis que ha podido influir más en la trayectoria del grupo: Chuck Norris, Chus Lampreave o Jesús de Nazaret?

Ya vemos por dónde vais, mamonazos. Los 3 Chuses fueron la génesis de todo.

Chuck Norris, elegante referencia a las influencias del Americana music: Cash, Willie Nelson, Haggard, Shania Twain (vamos, el Radio Olé allá, el Radio 3 de acá). El día que Norah Jones y el de Green Day sacaron un disco de covers de los Everly Brothers alguno de los Pablito pasó más tiempo de la cuenta en el baño… ya sabéis.

Chus Lampreave, influencia como metáfora del Indie español.

Yísus of Nazaret, por lo místico. No es la primera vez que alguien capta un sutil poso de ska cristiano en nuestro estilo. Temas como “My Evil Plan to Save the World” de Five Iron Frenzy o “All Glory” de los Supertones bien merecen una atenta revisión y puede que más de uno flipe con esa mierda.

Y, perdonad, pero os falta el cuarto Chus: Chus Ter, el jugador del Atlético Madrid y tío del actual portero del Barcelona. La música de Pablito es como Chus Ter: entra mal, a destiempo y sin pedir perdón.

Pablito representa la heterogenia absoluta en términos de raíces culturales y fuentes de inspiración. Si hay que buscar un común denominador… buff… ¿Pony Bravo? ¿Andrew Bird? ¿Tennessee? ¿Los Brincos? ¿Woods? ¿La Costa Brava? Si jugamos a asegurar, cualquier referencia musical de nuestro primer batería molará, y cualquiera de nuestro segundo batería no. Candil (violín) quiere mencionar a los Sunday Drivers porque es un moñas. Pero mirad en otra dirección. Mirad más lejos. Mirad el horizonte salpicado de rojos y naranjas con un sol en declive. Mirad ese alce entre los árboles del bosque. Mirad más lejos. ¡Más lejos!

En aquellos años de bohemia y desenfreno los mensajes e ideas se os imponían de modo tan inapelable que plasmabais en las paredes textos y dibujos. ¿Qué producto es más recomendable para sacar el rotulador de la pintura plástica?

Sin duda un buen rodillo y 5 litros de pintura Tintanlux… aunque los huevos reventados en esas paredes eran bastante más jodidos de quitar.

Y hablando de huevos, los tenéis muy gordos echándonos en cara nuestro limitadísimo compromiso político y social. No es justo. Cada tema de Pablito es un puto slogan, un himno. Sin ir más lejos, si escucháis atentamente “El Primero” va de uno que se presenta voluntario como víctima en un naufragio o algo así. Iba de eso ¿no?, ¿Bruno? (guitarra y voz).

¿Qué fue de aquella remezcla de “La Mandanga” de El Fari y “Ghostbuster” de Ray Parker, Jr.? ¿Llegó a editarse? ¿Pensáis utilizarla en un próximo sencillo?

Esa obra maestra es producto del granaíno (Rafa Carazo)… su época de dj en el Moloko generó auténticas joyas como esa… fue una época dorada en las pistas de baile. Eso no puede editarse. Solo puede experimentarse. Es como una performance. O estás, o te jodes y te lo cuentan.

Vuestra versión de “Loner”, incluida en el disco “Coloreando a Daniel Johnston” (Ondas del espacio, 2012) ¿Era la mejor puñetera canción de aquel recopilatorio? Es una pregunta retórica.

El «Sho perdí la cabesa» de La ola que quería ser Chau, publicada también en ese recopilatorio, nos enganchó de una manera especial.

Al poco de publicarse el recopilatorio nos fuimos a ver a Daniel Johnston en la Casa Encendida. Le vimos a tope (moriría poco después) y nos lo pasamos muy bien (en las cañas postconcierto). No tocó «Loner», pero en un momento dado del concierto nos miró y con una media sonrisa movió la cabeza con gesto aprobatorio. Sin duda nos estaba dando las gracias. Nos vio entre la gente y quiso darnos las putas gracias. Piel de gallina.

¿Qué queda de todo aquello? Eco en el vacío infinito del cosmos… y los lápices de colores que venían con la cassette.

La gente va diciendo por ahí que cuando Los Cantantes escucharon vuestra versión de «El venao» exclamaron: «¡Verga! Esta es la pinga-ueá». ¿Qué pensáis que interesó a Netflix de vuestra propuesta?

Qué nos iban a pagar bien poco por el mejor cover de la última década.

Netflix tenía que sacar algo rápido para contrarrestar el efecto Patria de HBO. Por supuesto, llamó a los mejores.

El segundo álbum lleva anunciado dos años en redes sociales ¿creéis que saldrá?

Había una errata en dicho anuncio. Pusimos «próximamente: octubre 2017» pero queríamos decir 2027.

Lo dimos todo en el estudio para ese segundo disco. Pero “todo” se quedó claramente corto. El asunto no quedó redondo.

No tenía mucho hot.

No tenía mucho tempo.

No tenía mucho down.

Vuestro único disco «No teme a los mercados» se publicó en 2014 y hasta la fecha sólo se ha podido escuchar en escenarios exclusivos, de aforo medio: los Veranos en el CAAC, Sala Sol… ¿Pablito teme a las multitudes?

También unos pocos afortunados pudieron escucharlo en Radio Vallekas y solo nuestras novias en una sala de Soria… lo dimos todo solo para 4 personas. Como dijo Jim Morrison «nunca sabes cuándo será tu último concierto». Pablito no teme a las multitudes… las multitudes nos temen a nosotros.

Mirad, vamos a ser sinceros. Hace años que esta mierda tenía que salir. Sí, hubo un punto de inflexión en nuestra escalada escénica: año 2014, Records del Mundo organiza la primera edición del Fosbury Fest. Era nuestro momento de petarlo, de arrasar. Todo el mundo esperaba vernos ahí, cabeza de cartel, faro de guía, escenario principal, horario perfecto. Pero no. Prefirieron a unos tal Atención Tsunami. Guaperas con pedaleras, unos chavales que sí, quizá tenían buenas intenciones, pero no eran más que una sombra de Pablito, un ligero resplandor frente a una Super Nova. No lo superamos. Se puede decir que desde entonces todo fue cuesta abajo… y nació la rivalidad de bandas más épica de la historia. Pero esa ya es otra historia.

También habéis tocado en una tienda de juguetes, una librería… ¿El límite es el cielo?

También en una guardería y en una terraza como los Beatles. Ese día fue lo más cerca que estuvimos del cielo.

¡Ah! Y cuando teloneamos a los franchutes Exsonvaldes, al acabar nuestro concierto y al calor de las cervezas del camerino nos espetaron “joder, ya era hora de que nos teloneara una banda decente y no la mierda que nos pusieron en Sevilla, Murcia y Valencia”. Al acabar su concierto se desdijeron ¿Por qué? Nos habíamos acabado todo el alcohol que quedaba.

Mirad, una anécdota muy guapa. El día de la tienda de juguetes, entre el público, nos pareció ver a Arturo Valls. Ya. Esa es la anécdota.  

Respecto a tocar en el cielo me gustaría regalaros una primicia. Aún no está del todo cerrado, pero estamos bastante cerca. Estamos hablando con el señor Musk y es muy probable que en el próximo Tesla que mande al espacio vaya sonando el segundo disco de Pablito. Le hemos pedido que las ventanillas vayan abiertas para que el sonido no se propague. Lo bonito es que si alguien se asomase al salpicadero del Tesla, en la pantalla vería que se está reproduciendo el disco de Pablito. Realmente es nuestra manera de publicar el segundo disco sin que se escuche.

Porque de música no tendremos ni zorra, pero sabemos que el sonido es una onda de presión y necesita un medio elástico para propagarse. El vacío del espacio no es un medio elástico. Por eso, no se puede escuchar nada… En el espacio, hay gases, los cuales permiten que las ondas de sonido se propaguen, pero el gas interestelar es mucho menos denso que nuestra atmósfera.

¿Habéis intentado suicidaros?

Nunca. Espera, ¿musicalmente? A diario.

Recomendadnos, por favor, una película, un libro y una forma de suicidarse.

Película “Harvey” de Henry Koster, libro “Lolita” de Nabokov y forma de suicidarse con un atracón de buen marisco.

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