Por Ignatius J. Batelmo

“Antes la gente cerraba los ojos y escuchaba música. Hoy en día hay una gran cantidad de imágenes que van con la música. Mucha de la música es una porquería y todo es comercial y las imágenes están tratando de vender el disco.”

Neil Young

[Ahora que has pinchado en el enlace para ver si Piqué se ha comprado un Twingo nuevo o si Shakira sigue comprando acciones de Rolex, que sepas que aquí vas a leer unas breves líneas de rock, lo siento; para cotilleos sigue en redes sociales las opiniones mucho más formadas de Ibai o de tu gurú especialista de referencia. Ánimo con eso.]

Hace unos años cometí la osadía de criticar de forma algo negativa un disco de Iggy Pop, Post Pop Depression (Loma Records, 2016) con un post que se titulaba «¿Es esto el final de Iggy Pop?» y se centraba en su visible decadencia. Nada más lejos de la realidad a día de hoy, enero de 2023, y eso es una delicia y un alivio. Una espinita que puedo quitarme.

He tenido el privilegio y el placer de ver a la Iguana en directo dos veces, la primera de ellas ya relatada en aquel post y su nuevo disco me reconcilia de verdad con su mítico legado a través de una actualidad apabullante. Acaba de publicar Every Loser (Atlantic, 2023) que desde la primera canción (Frenzy) ya es una declaración de intenciones de que con 75 años sigue tan pujante como con 25.

Es un álbum que pasa por canciones más tranquilas pero con un punto de rabia, que parece casi juvenil (Modern Day Ripoff, Neo Punk), con baladas maduras pero contudentes (New Atlantis) y, en definitiva, con una ristra de canciones nuevas que cualquier banda que comienza envidiaría. Ole sus huevazos.

Sólo hay que verlo en el show de Jimmy Kimmel en directo y pensar en que este señor tiene 75 años y tiene el triple de energía que tú con 42 que te cuesta llevar las bolsas de la compra y pagas el precio extra para que te la lleven a casa:

Neil Young también ha sacado hace poco un gran disco junto a su clásica banda de acompañamiento Crazy Horse, World Record (Reprise, 2022). Como ya sabréis este disco no lo vais a poder escuchar en Spotify, aunque sí en Amazon. Una obra más pausada y madura, fiel a su estilo musical de aires folk (con un pose rockero indudable) y con cercanía en las letras a nuestro Nacho Vegas patrio, al purgar los males de nuestro planeta, de este incesante cambio climático que no nos abandona, con un toque siempre de melancolía y con nuevos himnos que sumar a su trayectoria (Break the Chain, Overhead).

El rock no ha muerto. Y este 2023 se esperan grandes regresos con discos nuevos de un puñado de artistas, aunque todavía no podemos opinar sobre su calidad: The Cure, Morrisey, Michael Stipe (de R.E.M.), Depeche Mode… Y si uno prefiere ir de conciertos: están en plena ebullición bandas clásicas como Metallica, Red Hot Chili Peppers, Pixies, Ramnstein o el incombustible Ozzy Osbourne. Incluso la vida sigue aunque fallezca algún baterista: The Rolling Stones o Foo Fighters son claros ejemplos de ello.

El rock no hace prisioneros, no se deja llevar por el algoritmo de qué tipo de temática hace pinchar a más usuarios en el correspondiente enlace, no entiende de modas pasajeras, evoluciona pero mantiene la esencia y eso lo hace permanentemente necesario para el espíritu crítico. El desenfreno y la adrenalina que llevan aparejadas las guitarras, la batería, el bajo y las potentes voces del rock no cuentan milongas.

Y esto no acaba con los grandes clásicos, ya que, a pesar de que ahora mismo el mundo musical parece que se acaba en torno a lo que hagan Rosalía, Bizarrap o C. Tangana, hay otras bandas que beben de los clásicos de manera que siga vigente el espíritu de los veteranos. Eso sí, con imágenes que intentan vender el disco, para que se cumpla lo que comentaba Neil Young.