Las preguntas maliciosas

Por Il Partner.

Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones (Antoine De Saint Exupery).

Surgirá el momento. Algún consanguíneo o amigo con sentimiento te invitará a cenar y te pedirá que seas el padrino de alguno de sus hijos y tú pensarás “a ese lo hago yo del Betis”. En otra circunstancia, tu mujer, pareja o la chica de tus ojos, vendrá con un palo en la mano y te dirá “vamos a ser padres”. Entonces, ese ligero instinto que te empuja a hacerlo de un equipo o a querer imprimirle cualquier otro sentimiento o afición te golpeará un poco más fuerte y te preguntarás, ¿cuándo y cómo influyo en una persona?

Estas cosas llegan, igual que llega la firma de una hipoteca. Estas cosas llegan. Muchas veces uno se mueve por circunstancias que condicionan demasiado. Estas preguntas no las esperas. Las preguntas maliciosas te buscan y te encuentran. Es como cuando vas a votar por primera vez y te planteas si harás lo que parece razonable o votarás a esos que llegan en bici a la Cámara Baja. Y entonces, ¿qué?

Foto JuanUna de esas preguntas maliciosas llegó inesperadamente, un tranquilo día de octubre… “Papá, ¿qué es esto de la bandera y la música que suena a la vez que la levantan?”

¿Qué contesto yo ahora?

¿Lo hago de patria y bandera o tiro por “you may say, I´m a dreamer”? Me entraron algunos sudores pues a lo más que había llegado hasta la fecha era a explicarle aquello de “el balón es tuyo pero hay que saber compartirlo”. Entonces me amparé, inicialmente decidido y seguro, en un “Juan, espera que esto te lo voy a explicar” cuando vi cómo se me atascaban las mulas en terreno pantanoso.

Cual discurso a la nación, sin traje gris ni corbata sobria, introduje el tema. “Esta es la ciudad donde vivimos”; “Papá, ¿qué es una ciudad?”. Pues bien vamos -me castigué solo y abatido en el sofá del salón-, ¡vaya papelón! Así que allí me vi, un día de fiesta, más allá de que me interesara el desfile del día de la hispanidad, empantanado sin saber para dónde tirar. ¡Espera!, puedo coger la aplicación musical del móvil y echar a pelear el himno nacional con el mítico Lennon. Creo que no habrá duda. Cuando ponga el “chan ta ta chan” lo preferirá, sin duda, a la melodía del genio británico.

Estos son los conflictos verdaderamente complicados a los que nos enfrentamos la gente de bien. Y no cuestiones como si el Estado tiene que hacerse cargo del rescate de las autopistas de peaje.

“Pero hombre de dios, ¿qué te has tomado tan temprano?” Fue lo que me espetó mi mujer cuando entró en el salón y me vio allí angustiado antes de la hora del desayuno, a la vez que la cabra de la Legión salía por la caja tonta. “¡Que no nos tomamos las cosas en serio!” bufé antes de levantarme y salir a paso ligero a la ducha, a la cocina, a esconderme debajo de la cama… no me acuerdo.

Las preguntas maliciosas te buscan y te encuentran. Esa es la ligera conclusión a la que llegué aquel día de fiesta. Desde entonces, como si fuera una enmienda a la totalidad, tengo claro que esto es lo primero que nos tienen que explicar a toda persona cuando nos anuncian que vamos a ser padres por primera vez: ¿qué hacemos con las preguntas maliciosas? Esto no es un relato con tintes de ficción. Esto es un S.O.S. al que espero que respondan.

Respiro tranquilo, las preguntas maliciosas a veces vienen de un pequeño al que si le das un balón se olvida de todo lo que tenía entre manos. Pero las preguntas maliciosas volverán y entonces ¿hacia dónde tiramos? maliciosas 1

Desde que esbocé estas primeras letras han pasado algunos meses. Desde el último 12 de octubre me he vuelto una persona cordial y con una mano izquierda que ya quisiera más de uno; pero no es solución suficiente para esa angustia que me abatió aquella mañana de otoño. Así que háganse eco de lo que puedan pensar acerca de este parecer, ¿qué hacemos con las preguntas maliciosas? Localicen al Listo de la Compra y denle respuesta, si no… “pá qué”.

¿Para qué quieres un socio? Tal como yo lo veo, fundamentalmente, para que te aporte lo que tú no tienes. Para que te complemente. A uno le puede faltar capacidad; a otro voluntad; o simplemente conocimientos sobre un determinado asunto. Para dar respuesta a una pregunta maliciosa, para calmar una inquietud, antes de que te explote el mundo, echa mano de un socio. No dejes que el barco se te hunda por un problema cuya solución tengas a mano. Ponte en manos del socio. Ponte en manos de…

IL PARTNER.

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