Por R. Carazo
Marcar goles es como hacer el amor, todo el mundo sabe cómo se hace, pero ninguno lo hace como yo (Alfredo Di Stefano).
Nacho Umbert “Sudamericano”
Canción incluida en el álbum “Familia” (Fina Estampa, 2015)
https://open.spotify.com/track/0qAgBTXVCTkPTDbcKLF8Gz
Eran dos modistas, eran dos amigas.
La alta costura su debilidad.
Compartían negocio, compartían los hilos
y algún viaje a Perpiñán.
Una era mi abuela, se llamaba Elena;
la mujer más coqueta de nuestra ciudad.
La otra era la esposa de un gran futbolista;
aquel jugador que adoraba Serrat.
Cuentan que era toda una delicia verle jugar.
Cuentan que era toda una delicia verlas animar.
Se quedaron roncas las gradas de tanto cantar,
se quedaron pequeñas las gradas de felicidad.
Eran futbolistas, eran dos amigos.
La portería su debilidad.
Uno era de Hungría, de él ya hemos hablado.
El otro argentino y el no va más.
Cuentan que aquel día almorzaban juntos
en un hotel del Bajo Ampurdán.
Estaban celebrando que jugarían juntos
en un gran club de la ciudad condal.
Ay qué historia tan divertida, qué ingenuidad.
Ay qué historia tan divertida, qué ingenuidad.
Retumbaron los cañonazos en la capital.
Enviaron un emisario, un decreto Real.
Y el sudamericano voló a la capital
y abrió una herida en la diagonal,
contentó al caudillo, contentó al gobierno
y anuló las clases de catalán.
Y el sudamericano comenzó a bailar
y a aburrir al contrario con su calidad;
se puso la botas en la vieja Europa,
se ganó la gloria internacional.
Sólo le faltó un pequeño detalle por calcular.
Sólo le faltó un pequeño detalle por calcular.
En la puta vida olió desde casa el mar.
En la puta vida olió desde casa el mar.
Di Stefano nunca jugó en el Barça. Kubala nunca jugó en el Real Madrid. El Barça trató de fichar a Di Stefano. Antes, el Madrid había tratado de contratar a Kubala. Los dos fueron estandarte del franquismo. Los madridistas dirán que ambos casos son equiparables. Los culés afirmarán con rotundidad que el robo de Di Stefano cambió el destino del fútbol español y es la enseña de la leyenda negra del equipo blanco.
Primero llegó Kubala, su fuga del comunismo húngaro merece una novela. Se disfrazó de soldado soviético, llegó a la frontera y cruzó a pie las montañas que separan su país de Austria. ¡Eso es traspasar el telón de acero!
Trató de jugar en Italia, pero el Partido Comunista italiano se encargó de que se respetara la propiedad del jugador que tenía el Vasas de Budapest. Aun así, el Torino C.F. puso todo su empeño en su fichaje pero este quedó frustrado. Lo que para Kubala era una decepción más, se tornó en su salvación. De haber firmado, Kubala sería otra de las víctimas del histórico Grande Torino que tras ganar cinco scudettos consecutivos desapareció trágicamente el 4 de mayo de 1949 cuando su avión se estrelló contra la Basílica de Superga. Balance: 31 víctimas, de las cuales 18 eran futbolistas. Kubala casi no escucha en la puta vida a Serrat y Serrat casi no compone en la puta vida esta canción (ojo al regate del minuto 1´35 del vídeo).
Llegó a España en 1950 y aquí el comunismo no era precisamente algo que temer sino algo que ridiculizar. El régimen respaldaría el fichaje. El Real Madrid lo intentó pero Kubala quería llegar con su entrenador –su cuñado Daucik, quien había montado un equipo de exiliados y refugiados de Europa oriental, el Hungaria–. El Barça, con el impulso y el buen criterio de José Samitier, su director técnico, aceptó a Daucik y el 15 de junio de 1950, con 23 años y cinco días, Kubala fichó por el Barça.
La FIFA no dejaba que Kubala jugase por tener contrato con el Vasas. El Gobierno franquista desbloqueó el asunto por motivos propagandísticos: captar un fugitivo del comunismo. Esto permitió al “régimen de Franco demostrar, interna e internacionalmente, la dureza del comunismo y el carácter comparativamente liberal de España” como señala Juan Pablo Fusi.
El Barça de Kubala gana la Copa en el 51 y el doblete (Liga y Copa) en las dos temporadas siguientes (1952 y 1953).
Para el franquismo Kubala era el mito anticomunista. Así que tras haber sido internacional con Hungría y con Checoslovaquia, se enfundó la camiseta de la selección española. Su debut fue contra Argentina en Buenos Aires. Derrota española por 1-0. Aunque luego, en la misma gira España vence a Chile 1-2 con goles de Kubala y Venancio.
La España de Kubala tenía el enorme reto de clasificarse para el Mundial de 1954. Las expectativas eran altas, España había quedado cuarta en el Mundial de 1950. Junto antes del partido de desempate con Turquía en Roma, que daría la clasificación al ganador, llegó un telegrama de la FIFA en el que advertía de la dudosa alineación de Kubala, la Federación Española aún no había conseguido el transfer internacional del jugador. No jugó. Empatamos. Al final hubo sorteo y escuchamos el Mundial por el transistor.
A este maravilloso jugador solo le faltó un pequeño detalle por calcular: en la puta vida ganó la Copa de Europa. Solo la acarició en 1961, en la primera edición no ganada por el Real Madrid que fue eliminado precisamente por un Barça que acabaría cayendo en la final ante el Benfica en Berna (3-2, Kubala no marcó, lo hicieron Kocsis y Czibor, otros dos exiliados húngaros que siguieron los pasos de Kubala).
Su biografía (fuga incluida y con grandes dosis de propaganda del régimen) está contada en la película Los ases buscan la paz (1954) de Arturo Ruiz Castillo.
Luego llegó Di Stefano. El Barça lo fichó al River Plate con quien el argentino tenía ficha. El jugador fue a Barcelona donde entabló amistad con Kubala. En julio de 1953 todo hacía indicar que jugarían juntos en el Barça a partir de 1955 porque antes seguiría en el Millonarios de Bogotá donde jugaba Di Stefano con motivo de una huelga de futbolistas en Argentina. Pero apareció el Real Madrid que llegó a un acuerdo con el Millonarios para que comenzara en la temporada 1953-1954.
Ambos equipos acudieron a la Federación para inscribir al futbolista. Y aquí es donde los acontecimientos se desarrollan de manera que se culpe al franquismo de favoritismo hacia el Real Madrid. Ante la dicotomía, la Delegación Nacional de Deportes, dirigida por Moscardó –mito de la falange por haber replicado durante la Guerra Civil en el Alcázar de Toledo y ante los republicanos el sacrificio filial de Guzmán el Bueno durante la Reconquista en Tarifa ante los moros– decidió que el jugador permaneciera cuatro años en España, jugando el primer año y el tercero en el Real Madrid y el segundo y el cuarto en el Barcelona.
El Barcelona se consideraba como la parte perjudicada por esta decisión salomónica pues entendían que ellos eran los únicos con un contrato válido y que el régimen solo hacía esto para impedir que la primacía del futbol español la tuviera un equipo de clara masa social nacionalista. Así lo confirmó posteriormente La Vanguardia.
A su vez, existen graves declaraciones sobre posibles amenazas al entonces Presidente del Barça, Enric Martí, para que se retirara de la pugna.
Acusaron a Bernabéu de favoritismo franquista, y como este bien sabía que un buen ataque es la mejor defensa, soltaba joyas como esta: “¿El equipo del régimen? Lo que han hecho los gobiernos de Franco es explotarnos y nunca nos han dado ni cinco céntimos”. O esta “Cuando oigo que el Madrid ha sido el equipo del régimen, me dan ganas de cagarme en el padre de quién lo dice. Y si no lo hago, no es por timidez. Me abstengo por no darle una pista. El equipo del régimen fue siempre el Atlético de Aviación, padre natural del Atlético de Madrid. Cuando acabó la guerra, y ahí están los archivos, nos metieron en la cárcel a medio equipo y los directivos de los rojiblancos eran todos coroneles”.
A Di Stefano le debió motivar particularmente aquella otra retahíla de su presidente: “la camiseta del Real Madrid es blanca. Se puede manchar de barro, de sudor y hasta de sangre, pero jamás de vergüenza” y se puso a ganar títulos: ocho de las siguientes once ligas (1954, 1955, 1957, 1958, 1961, 1962, 1963, y 1964), una Copa (1962) y las famosas cinco Copas de Europa consecutivas en blanco y negro que además eran las primeras en la historia de la competición (1956, 1957, 1958, 1959 y 1960; las dos primeras de dudosa relevancia deportiva).
Pero al final sí que jugaron juntos Kubala y Di Stefano. Y no fue para tanto, junto con Suárez y Gento fueron incapaces de clasificar a España para el Mundial de 1958.
A ambos les faltó un pequeño detalle por calcular, en la puta vida iban a jugar un Mundial.