La vida secreta de la palabra «populismo»

Por Anacoreta Bloguerer.

«Muchas palabras se pierden en las ciénagas del limbo si el propósito no es puro.»

Chambao

Vaya por delante que no he visto la película de Isabel Coixet, y que ella no va a ingresar un duro a costa de este artículo. Porque este es un blog sin ánimo de lucro, y este post está dedicado a una buena causa:

0,7 YA!

Las palabras, efectivamente, tienen una biografía muchas veces no  evidente. Se cargan, como partículas sub-atómicas, positiva o negativamente. Evolucionan, a veces se traicionan a sí mismas (por ejemplo «Revolución» no siempre ha sido equivalente a «vuelco total para cambiar lo existente», hubo momentos en los que se entendió como «vuelta de 360º, para restaurar el orden tradicional», o sea, exactamente lo contrario).

No es igual la Ley para la Seguridad Ciudadana, que la Ley Mordaza, aunque sean el mismo texto. Y es frecuente escuchar expresiones del tipo la «MAL LLAMADA» (amnistía fiscal/tregua de ETA…), o el «INJUSTAMENTE DENOMINADO» (impuesto al sol/Régimen del 78/Régimen venezolano…).

La selección del vocabulario forma parte de la discusión misma.

Ocurre que no sólo la formulación que nos interesa debe popularizarse, además tiene que cargarse con el sentido (positivo o negativo) que queremos darle. La expresión «Comunidad internacional», por ejemplo, contiene un sesgo optimista, pone el acento en la identidad de intereses, no es neutro, no es exactamente igual que hablar de «el conjunto de los países».

Algunas palabras están tan positivamente cargadas que todo el mundo quiere apropiárselas, como por ejemplo:

  • «Libertad», que lo mismo sirve para dar sentido a una manifestación de taurinos, como de abertzales; llenaba la boca de Castro y Pinochet.
  • o «Paella», «¡Oh! Paella, paella, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!».

invitan-jamie-oliver-valenciana-twitter_959615742_114742093_667x375

Otra palabra a la que todos interesa vincularse hoy día es «Democracia». Aunque no siempre tuvo tan buena consideración; «demócrata» se usó como insulto, así como «fauvista». Pero de eso hace lo menos uno o dos siglos, desde que triunfó el sufragio universal, todos se hicieron demócratas: desde la República Democrática del Congo, hasta la «democracia orgánica» de Franco.

Pues bien me gustaría detenerme un momento en otra «categoría resbaladiza», un término «políticamente incorrecto», cuyo significado “no es tan evidente»  y, últimamente, ubicua: «Populismo». ¿No suena trepidante, amigos? Pues ¡vamos allá!

Ya el lexema: «Pueblo», es potente. Potente pero ambiguo. No es lo mismo «Senatus POPULUSque Romanus» en un estandarte clásico; que «Purgandus POPULUS» en un cilio medieval; que «-Ey, Mary Joe, ¿quieres venir conmigo al baile? / -No, ¿estás loco, Billy? claro que no, tú no eres nada POPULAR», en un instituto americano; que «Celestino, majo, eres más de PUEBLO que las amapolas», en un bar de Ávila.

«Popular» no es “pop”, pero está de moda.

«Populares» son la república más poblada del planeta y el 5º banco por capitalización en España.

Añadiendo el morfema «ista», ¿se introduce una connotación peyorativa?

Extracto: Obama dice que Trump no es populista. Reconoce la polisemia del término, pero opta por utilizarla en un sentido positivo: alguien «llano», «del pueblo».

Parece que no en todas partes «populista» tenga la misma connotación peyorativa que en España, donde se usa como apócope, o contracción, de “populista de mierda”. Aunque también haya aquí quien se identifique con el término:

canciones-populistas

Según Javier Franzé, doctor en ciencia política «populismo» es «quizá el concepto que mejor expresa la polisemia de todos los de la ciencia y la teoría políticas».

Según Laclau, uno de los popularizadores del término, «populismo»no define un ideario concreto, sino más bien un tipo de retórica, una «forma que puede completarse con contenidos diversos».

El término se ha utilizado para englobar a Trump, Tsipras, Le Pen, Correa, Erdogan, Perón y Hitler.

Para José Ignacio Torreblanca, jefe de opinión de El País (refiriéndose sólo a Italia) son «populistas»: Renzi, Grillo y Berlusconi.

Lo malo es que cuando una etiqueta vale para todo (de la extrema izquierda a la extrema derecha, pasando por la socialdemocracia), no vale para mucho. Si acaso, sería una cuestión de grado, más que una categoría esencial.

Siguiendo la lógica de Obama, enumero a continuación una serie de comportamientos que, a mi juicio, no merecen el nombre de «populismo», sencillamente porque ya existen otras palabras más asequibles para mencionarlos.

1.- Utilizar una retórica del “ellos” y “nosotros”. A esto Carl Schmitt lo llama, sin más y precisamente, “política”. Vale que el tipo tenía carnet de nazi, pero Heidegger o Webber también (y el Papa emérito y Günter Grass, aunque estos solo de alevines), y siguen siendo grandes pensadores. (Como me dijo un amigo gay: «Se dirá lo que se quiera de los nazis pero tenían un estilazo vistiendo»).

Desde un punto de vista menos extremo, en una moderna democracia parlamentaria asentada, supongamos (no en un permanente estado de excepción, como Alemania cuando escribía Schmitt), sigue estando vigente la distinción, aunque en menor grado, puesto que los partidos necesitan distinguirse entre sí (aunque, eventualmente, dos programas se parezcan como el del Frente Judaico Popular y el del Frente Popular de Judea), porque compiten por obtener respaldo electoral y buscan ser los preferidos.

Si se llega al extremo de que la línea divisoria entre «ellos» y «nosotros» se convierte en una justificación para el odio, entonces podemos hablar directamente de “homofobia”, “xenofobia”, o “banquerofobia”.

Ej: La crítica más dura al PSOE, la que más se empeña en desmontar, es que no se diferencia del PP, o de Podemos.

Ej2: Incluso cuando Albert Rivera habla de acabar con las «trincheras de rojos y azules», está trazando una línea divisoria entre los “constitucionalistas” y los “Otros” (con Nicole Kidman y Pablo Echenique).

2.- Apelar a lo sentimental en la política. Eso se puede nombrar sencillamente como “propaganda”. Lo hacen todas las campañas de mercadotecnia y las campañas políticas no son una excepción.

Ej: Objetivo declarado de Iglesias: «politizar el dolor».

Ej2: El lema de Ciudadanos para las últimas elecciones generales era «vota con ilusión», no «vota con la cabeza y los datos en la mano».

Ej3: Ilustrar lo injusta que era la subida del IVA, con la imagen de un pobre niño que va a comprar caramelos, ¡¡los chuches!!

Ej4: Declaraciones de Scarlata O`Díaz.

3.- Proponer simplificaciones tranquilizadoras. Un sinónimo más claro es «mentir».

Ej: Cuando el PSOE gana las elecciones ¡ya en 2008! negando que exista eso de la crisis económica.

Ej2: Cuando el siguiente gobierno repite varias veces que “el rescate bancario no va costar un euro a los españoles”.

Ej3: Las cifras de ingresos previstos, en el programa electoral de Podemos por lucha contra el fraude.

4.- Identificarse con un supuesto pueblo virtuoso contra élites malvadas.  Esto se llama “maniqueísmo” y, si no es igual, es lo mismo. En realidad es una reiteración de la nota número 1.- porque siempre que existe la dicotomía ellos-nosotros, coincide (casualidades de la vida) que «nosotros» son los buenos y «ellos» los malos.

Ciertamente, con mayor o menor violencia, este ha sido el discurso de la izquierda durante décadas, si no siglos.

Ej: Alfonso Guerra sobre el origen humilde de Juan Barranco.

Y la derecha ha asumido también la competición por la mayoría: «ellos» son pocos, «nosotros» muchos.

Ej2: La vena populachera de la condesa:

espe

5.- Promover el odio. Esto se puede llamar, simplemente “mala leche”. En la antigua Roma, la guardia pretoriana recibía una paga extraordinaria cuando llegaba un nuevo César. Parece que ello fue un incentivo para que no duraran, vivos y en el cargo, más de 5 años de media. Hoy no llegamos a tanto pero la competición sigue siendo a cara de perro. El poder desgasta, sobre todo al que no lo tiene y, quien más quien menos, todos incurren en malas artes, o detalles feos para lograrlo.

Ej: El mítico doberman, o rottweiler, que para el caso es lo mismo.

Ej2: Rajoy en sede parlamentaria, a Zapatero: “Ud. ha traicionado a los muertos de ETA”.

Ej3: Los diputados de Podemos y sus afluentes, escaqueándose del minuto de silencio por Rita Barberá en el Congreso.

En conclusión, creo que todas estas notas no sirven para definir un fenómeno novedoso, ni singular. Si se suman todas juntas y se define “populista” como “retórica del nosotros y ellos que, apelando a sentimientos más que a razones, propone soluciones simples a problemas complejos, identificándose con el pueblo virtuoso y atacando a minorías pretendidamente inmorales, promoviendo el odio para alcanzar el poder”, pues tampoco. Hasta cierto punto, podríamos hablar de «democracia representativa».

Sostiene la politóloga Chantal Mouffe: «Hay una necesaria dimensión populista en democracia».

Casi todos los políticos (hasta en democracias perfectamente homologadas), incurren en algún momento en las mencionadas prácticas, porque si uno quiere ganarse el voto del pueblo tendrá que: identificarse con él (1.- la retórica del nosotros-ellos), convencerle de que es digno de confianza (2.- apelar a sentimientos), hablar su idioma o, al menos, de forma comprensible (3.- ofrecer soluciones simples), comprometerse a luchar por mejorar las condiciones de la mayoría (4.- el pueblo bueno contra la minoría mala) y estar dispuesto a dar y recibir leña, llorado ya de casa (5.- promover el odio). Sea todo esto una pose, o no.

Visto todo lo anterior, ya no resulta tan curioso que precisamente el PP, que hoy utiliza el término como insulto, se haya definido varias veces como «populista»:

  • «Nosotros tenemos que aspirar a recoger de nuevo a esa gran fuerza que está ahí; en un verdadero populismo, como el que sugiere nuestro mismo nombre, el de Alianza Popular.»

III Congreso Nacional de Alianza Popular, 1979

  • «Alianza Popular se define como una opción política reformista y populista, de carácter conservador.»

Programa para las elecciones al Parlamento de Galicia, 1989

Aunque de eso hace lo menos 20 ó 30 años. La palabra ha vivido mucho desde entonces. Y nosotros con ella.

——————————————————–

Adicionalmente, me gustaría añadir 3 notas que, aunque no son tan frecuentes como las anteriores, creo que se vinculan también impropiamente al término «populista».

6.- Apelar continuamente al plebiscito. Normalmente se procede de este modo cuando se tienen indicios de tener más posibilidades de ganar que de perder la consulta (véase Cameron con el referéndum escocés, y aún con el Referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea). A todos conviene arroparse con cuanta más legitimación democrática, mejor. Como en el debate sobre el respaldo democrático a la monarquía en España (reavivado recientemente a raíz de la publicación de un comentario off the récord, de Suárez): que si se votó en el referéndum de la Ley para la Reforma Política, que si se votó en el referéndum de la Constitución, que si merece una consulta independiente…

Sin embargo, desde el Brexit, la victoria de Trump y la negativa al proceso de paz en Colombia, se escuchan encendidos discursos contra la democracia plebiscitaria. Y argumentos como «las consultas los carga el diablo».

Sin duda en sociedades complejas debe haber delegación en expertos, pero ahí están los suizos votando regularmente, de forma pacífica y medianamente efectiva.

En este punto creo que se pone el acento, lamentablemente, más en los logros de la democracia y poco en su fundamento lógico.

I) Si somos demócratas por los logros de la democracia, somos calculadores prácticos que no pueden sino admirar el grado de desarrollo y prosperidad que va asociado a este sistema. Igual nos valdría un tirano, o volver al sufragio censitario de unos cuantos sabios, mientras se mantengan los mismos índices de paro y felicidad… simplemente no ocurre.

II) Si somos sólo lógicamente demócratas, nos aferramos al principio de que una norma no puede ser impuesta sin el consentimiento de, al menos la mayoría de, el colectivo al que vaya a ser impuesta. En base a este fundamento cualquier decisión mayoritaria es válida, aunque traiga los peores males consigo, porque el pueblo es mayor de edad.

(En este sentido es interesante que muchos de los «populistas» habituales, recelen de las posiciones mainstream –el pueblo está manipulado-, como Trump amenazando con impugnar el resultado de las elecciones cuando las encuestas no pintaban bien para él, o la extrema izquierda en España despreciando los 8 millones de votos del PP.)

Ambas posturas son necesarias. Definitiva me parece la síntesis de Sartori, quien define «Democracia» como la suma de dos elementos: demo-poder (=poder votar -el pueblo en última instancia, es quien decide-), y demo-protección (=respeto a los derechos fundamentales -pero no puede decidir cualquier cosa, de cualquier forma-). Faltando uno de estos dos elementos no se puede hablar de democracia.

7.- Culto al líder. Cualquier partido se ve obligado mostrar cohesión y unidad entorno a su líder. Lo contrario se paga caro en votos. Si esta fidelidad se vuelve enfermiza se puede hablar de mesianismo. Algo a lo que Aznar como González no han sido del todo ajenos.

8.- Promover el proteccionismo. Por último, a los «populistas» se les acusa de estar en contra de la internacionalización. Esta crítica obvia que la misma gente, acampaba hace años pidiendo al gobierno (socialista) que donara el 0,7 del PIB, a otros países. Lo recordamos:

0,7 YA!

También eran los que acudían a las cumbres mundiales a reivindicar que «otra globalización es posible», no que hubiera que acabar con ella. Y los que menos defienden patriotismos rancios y fronteras arbitrarias. Pero si cuestionar el consenso neoliberal y afirmar que hay alternativas, es populismo, lo mismo su poquito de razón no les falta a estos populistas (de mierda).

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s