Por Ignatius J. Batelmo.
No me digas lo viejo que eres, o lo bien educado que estás, dime cuanto has viajado y te diré cuánto sabes.
Mahoma, profeta
Se trataba de una quimera. Parecía un viaje turístico con pocas vivencias auténticas, una experiencia pasajera, una esquirla. Nadie sabe cómo comenzó la idea pero sí el porqué. Todos se preguntaban cómo pudieron sobrevivir tanto tiempo. Muchos envidiaban el plan y muy pocos osaban ponerlo en práctica, pues todos, como siempre que pasa al imitar, fracasaron. Los artífices nunca estuvieron especialmente orgullosos pero sí se agarraban más a la vida con cada etapa de su andanza.
Un grupo de ocho amigos distintos entre sí, pero complementarios. Amanecieron solteros y fueron acumulando mujeres y niños. Lograron una hazaña tan explosiva como reconstituyente. La música les hizo quererse y odiarse a la vez, mientras deambulaban por Europa.
Hay que echar un ojo a la lista de reproducción que acompaña a nueve postales sonoras para resumir un viaje que no debería terminar nunca.
Capítulo I: Roma. Inmersión.
Suena «Postcards from Italy» y también «Vecchia Roma» en la habitación de un hotel con vistas a San Pedro. Un buen vino rosso y pasta en el Trastevere sirven para arreglar el país; un helado en Piazza Navona y sus alrededores para dejarse enamorar; un capuccino calentito junto al Teatro Marcello para afianzar la amistad; o una pizza deliciosa junto a Via del Corso alienta a planear el segundo viaje.
Eso sí, todos los parabienes de la excelsa capital del mundo durante tantos siglos perecen cuando las ganas de fiesta conducen al baile descontrolado en un antro del Testaccio: hay tanto cani en Roma que uno sabe que se ha metido en la bocca del lupo. Y luego nada más salir, siempre hay algún compañero ebrio que tropieza con las vías del tranvía mientras el resto comenta la jugada: «Accidenti!» o «illo, nos queda una migaja para el hotel, si empezamos así no llegamos».
Capítulo II: Nápoles y Costa Amalfitana. Coche.
Tras salir del aeropuerto con el tráfico de la zona puedes nombrar a Don Protezione Civile conductor sempiterno de TAC en Ruta; ha sido así hasta la fecha. Y paseas por Ravello y Amalfi, tan a gusto por la ausencia de masas de turistas en marzo, la música de Fitness Forever te atrapa, y te sientes dichoso durmiendo en el hotel más lujoso de Positano, hasta que sales a dar un paseo nocturno y allí solo hay gatos; casi ni un restaurante abierto.
Pero sólo hay que tornar a Sorrento donde comes en una terraza que es un pantalán sobre el Mar Tirreno y te recomiendan los mejores sitios de Napoli, cenas espectacularmente, un taxista muy bebido (y en Fiat Multipla que parecía del tamaño de un sala de cine) sugiere destinos insondables mientras cierra tratos con los Carabinieri y las trompetas a todo volumen de Parov Stelar… hasta que en mitad de la noche te llega un sms: «Come procede la serata?».
Aquel que ose intentarlo en marzo, y con sólo 3 noches, que apunte la ruta: Ravello, Amalfi, Positano (noche), Sorrento (n), Pompeya y Nápoles (n).
Capítulo III: Cerdeña. Sol y playa.
La confirmación de la idea viene acompañada de la música de Bigott mientras cae el sol por poniente sobre las cristalinas aguas del Mediterráneo: aquí hemos venido a gozar. Tras un ascenso del Granada C.F. y la frustrada fundación de una academia, llegar a la discoteca Annaluna supone la culminación de un sueño de adolescente, con sus fuegos artificiales, espacio reservado, los sones de Kanye West y cientos de hermosas bailarinas, hasta que te sorprende el amanecer.
Nada mejor que un baño al atardecer en una cala transparente y vacía, la guitarra de Herman Dune, y uno se olvida de la vida de la oficina. Y con cada edición de este viaje retorna esa sensación de que, durante esos días, no hay trabajo.
Ruta para junio con 4 noches: Alghero (noche), Palmavera, Porto Conte, Basílica de Sacarggia, Castelsardo, Cala Sarraina, Santa Teresa di Gallura (n), Palau, Porto Cervo, La Cinta, San Teodoro (n), Santa Cristina, S’Archittu (n), Cagliari.
Capítulo IV: Oporto y Lisboa. Fiestón.
Oporto ofrece distintos espacios: una copa de Porto, bacalhau, un paseo con un fado de Marisa Monte, excelentes vistas, azulejos, un bar clandestino en una azotea, un desayuno en una galería de arte o una noche antológica en la que cambiamos de idioma en las conversaciones con un solo chasquido de dedos y terminamos junto a musas venidas de otra dimensión.
Ya en Lisboa, cenamos brindando por el honor de haber podido viajar a Honduras, y cerramos la velada, tras bajar del Bairro Alto esquivando los chillidos de un camello local, en el balcón de una habitación, con vistas a la movida lisboeta. Un loco (en ropa interior) hace las delicias del respetable mientras danza con inopinado contorsionismo a los sones de Hustler, de Simian Mobile Disco.
Ruta para mayo, 3 noches: Guimaraes, Oporto (noche), Aveiro, Cascais, Estoril, Lisboa (2n).
Capítulo V: Cracovia. Terror.
No nos valía con salir cada día, jugar al billar, arrastrarnos como un gusano en cualquier bar, danzar como posesos bajo una gigantesca bola de cristal atrapados por la cautivadora «I follow rivers» de Lykke Li, o hacer una cata de cervezas ucranianas (sí, en Polonia). Uno de nosotros había saltado directamente desde una secuencia de «El Silencio de los Corderos».
Hannibal Lecter, con camisa de fuerza y máscara camina por el Castillo de Cracovia, sembrando la inquietud entre los turistas y los ciudadanos locales, con la melodía «La Lista de Schindler» de fondo musical. La Policía Nacional polaca termina mostrando la salida a toda la comitiva y la escolta sin posibilidad alguna de que el único damnificado sea el Sr. Lecter; todos a la calle.
La visita a lo que queda del campo de concentración de Auschwitz trae el terror en su más pura esencia. Casi parece que fue inventado allí, pese a que no tuvieran papel higiénico ni para escribir lo que ocurrió.
Capítulo VI: Copenhague. Ciclismo.
Verano, Mundial de fútbol, mucha vida en la calle, mucha gente guapa, edificios de diseño y buen gusto, muchas bicicletas, terracitas molonas, bastantes fantasías psicotrópicas, música en directo, algún troll y mucha fiesta nocturna. La capital danesa constituye un disfrute sensorial sin parangón.
Los ingredientes para que este viaje sea perfecto: alquilar ático-pisazo cómodo, de diseño y bien situado; hacerse con bicicletas para todos; descargar una buena guía de bares, tiendas de discos y restaurantes; llevar pasaporte para pasar a Christiania (que no es territorio de la Unión Europea), dado el tropel de sustancias que se pueden consumir allí con música reggae de fondo; dejarse perder entre los canales y terrazas de Vesterbro; flipar con la movida nocturna de Norrebro; y terminar las noches bailando en el centro entre borrachos alemanes.
Capítulo VII: Escocia. Castillos.
Entre lagos oscuros y castillos semi derruidos Escocia te baña en el mejor whisky y algunas de las mejores pintas de cerveza o sidra mientras te regala la música de Belle & Sebastian. Los paisajes entre Stirling y Fort William invitan a sentirte Rob Roy o Braveheart.
Inverness ofrece los contrastes del norte: lluvia, frío y paseos solitarios, junto a pubs rebosantes de música celta en directo, antros con punk garajero potente y discotecas animadísimas y el placer de terminar la fiesta bailando en plena apoteosis canciones de Republica o The Coral.
Concluir el viaje en un piano bar de Edimburgo puede ser el mejor resumen para el surrealismo inmaterial con una concurrencia tan variopinta como animada, donde bien te entra un simulacro de Jerjes de «300» o una ninfa de ojos oceánicos te ignora con clase.
Ruta en mayo para 4 noches: Edimburgo (noche), Stirling, Doune, Callander, Glencoe, Fort William (n), Elian Donan, Loch Ness, Inverness (n), Pitlochry, Edimburgo (n), Roisin.
Capítulo VIII: Rumanía. Drácula.
Bucarest ofrece tantas oportunidades de fiesta desmedida que no es difícil terminar en un antro lleno de meretrices o féminas de similar actitud. La capital ha ido mejorando los últimos años y está muy ordenada, demasiado alejada de los prejuicios injustificados que se tienen desde España contra los rumanos. Es un placer para la vista (y esta expresión es polisémica) y para los oídos.
En Transilvania aprovechan que Bram Stoker nunca llegó a pisar esa verde y hermosa tierra para ponerle «castillo del Conde Drácula» a cada edificación medieval que asuste. Las carreteras con peor asfalto son las que permiten llegar a sitios más pintorescos, como Viscri, mientras suena Flamaradas y todo el grupo canta a voces «pájaro negro».
Ruta en junio, 4 noches: Bucarest (noche), Sinaia, Bran, Brasov (2n), Rasnov, Viscri, Sighisoara, Sibiu (n).
Capítulo IX: Bolonia. Erasmus.
Te recibe la ciudad porticada, las torres, la Universidad, la grandiosa Historia que la sostiene y te van ganando su ambiente estudiantil y bohemio, la excelsa plaza de Santo Stefano, el Spritz Aperol, la mortadella, las birre, la cantidad de gente en la calle, un concierto tributo a The Doors, hasta que terminan de volverte loco la plaza Verdi un domingo por la noche, los bares de fiesta, una preciosa alemana, una excursión a Ferrara o un plato de tagliatelle bolognese.
Siempre es más divertido cuando uno cuenta en el grupo con «la seconda massima autorità della Spagna in propietà intellettuale» (sic.), quien además resulta que se aplaude a sí mismo con frases como «si es que es verdad que soy tela de divertido».
Para ser otra vez Erasmus hay que venir a Bolonia. Para un grupo tan bien avenido Bolonia se ha convertido a la vez en una confirmación y una vuelta a los orígenes; sólo algunos disfrutamos en su momento de la famosa beca europea, pero todos nos hemos vuelto empedernidos conocedores del mundo y cada año seguimos repitiendo esta experiencia.
Nueve años han pasado ya. Nueve ediciones de un proyecto que comenzó siendo bonito y se ha convertido en imprescindible en nuestras vidas, y eso es también porque (en ninguna edición) ninguno de los 8 componentes ha puesto una pica en Flandes.
Vete preparando querido año 2018: viene TAC en Ruta X.
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Capítulo X: Riga y Vilna en «Grogui en Latvia»
Capítulo XI: Hamburgo y Lübeck (cuaderno de bitácora).
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