Por Anacoreta Bloguerer

En general el cine hace grandes esfuerzos por aparentar un apriori cotidiano: el monótono transcurrir del tiempo. Vestuario, atrezzo, iluminación… deben supervisarse concienzudamente para evitar fallos de rácord.

El cine de Nolan utiliza múltiples recursos para que precisamente experimentemos distinta la flecha entrópica:

• en Memento, al editar las escenas al revés, el espectador comparte su total desconcierto con el protagonista.

• en Origen el tiempo se expande y contrae en cada capa de conciencia.

Con TENET propone un juego de simetría donde la complejidad de las relaciones causa-efecto, pasado-presente-futuro, alcanza cotas ininteligibles ¿la entiende Nolan? Yo Nolan-tendío. Un supuestamente concienzudo desarrollo científico para acabar concluyendo: «No sabemos. No intentes entenderlo, relájate y disfruta». No se le pueden pedir milagros a la ciencia. Ni a la ciencia-ficción, está visto.

Con todo, un elemento estimulante de la trama es la guerra con los hombres del futuro (no máquinas como en Terminator ¡hombres!), intereses contrapuestos de nosotros mismos de ahora, contra nosotros del mañana, que se harán valer por la fuerza, como colono sobre indígena. Einstein decía que no se podía trasladar información hacia el pasado. Habiendo logrado superar esta radical barrera, el enemigo es un cuñado muy poderoso, a lo Biff en Regreso al futuro 2.

La acción es también excesiva, de un efectismo elefantiásico, con escenas totalmente prescindibles, como toda la navegación (aunque la fotografía sea notable); o sentarse a la misma mesa, de buen rollo, en medio del caos. Se ha interpretado este cúmulo de aventuras adrenalínicas como un homenaje a las películas de James Bond, efectivamente el resultado en algunas escenas es igual de absurdo.

Contrariamente a lo sostenido por algún insigne crítico, considero que hay un trabajo de construcción de personajes muy notable, y una interpretación bastante creíble de todo el elenco, particularmente el rubio simpaticote.