Decálogo para la Semana Santa

Por Ignatius J. Batelmo

Desde lo grotesco a lo sublime, todo sirve a esta caótica liturgia que los pueblos ibéricos utilizan para conmemorar la Crucifixión

Manuel Chaves Nogales, «El Heraldo de Madrid» (1925)

Esto ya está aquí.

Esta manida frase sevillana sirve para acompañar a cada gesto, a cada fotografía que sucede en estas vísperas del gozo en el que se convierte la Cuaresma cada año y, tras dos interrupciones por la pandemia, este año más aún. Manuel Chaves Nogales, periodista sevillano afincado en Madrid desde los años 20, ya intentó realizar una aproximación de la fiesta mayor sevillana para los no iniciados. Sin que la pretensión del que suscribe sea emular al genio, sí querría dejar unas pinceladas a modo de consejos para los que se aproximen a las calles hispalenses la semana que viene. La experiencia es un grado.

1º. Déjese guiar siempre por un sevillano. Este consejo es universal para cada vez que visite la ciudad, pero es imprescindible durante la Feria de Abril para entrar en las casetas privadas (que son las buenas) y es casi fundamental para disfrutar de la Semana Santa. Pero, por favor, que sea un sevillano que sepa.

Los palcos y sillas de la carrera oficial no son el lugar ideal para disfrutar de la esencia de esta fiesta de primavera, pero no está mal para reposar un rato y para algunos días, como el Sábado Santo o la Madrugá, sí son el mejor lugar. Si un sevillano, de los que posee un abono para toda la semana, le acompaña, podrá pasar un rato agradable.

Sin embargo, los lugares ideales que un sevillano le descubrirá son esos recovecos donde suelen cantar una saeta, esas calles estrechas en las que hay que anticiparse a la llegada de la cruz de guía, esas salidas dificultosas para los pasos por la estrechez de la puerta, esa esquina donde tocan la mejor marcha del repertorio cofrade. La esencia del disfrute de esta celebración religiosa y popular está en esos detalles, en la magia de momentos únicos y diferentes que sólo la suerte, o alguien que conozca la ciudad y la idiosincrasia de lo que ocurre esta semana, le pueden otorgar.

2º. No grite ni vitoree ni aplauda (aunque esto último es muy propio del clásico rancio). En general es de mal gusto levantar la voz, por lo que viendo una cofradía no debe comportarse como si fuera una fiesta de pueblo. Mantenga el respeto por los demás y por sí mismo. Es posible que escuche aplausos después de una chicotá de mérito por parte de los costaleros de un paso; puede sumarse con cierto recato. No se le ocurra aplaudir nunca en una cofradía de silencio, ni siquiera tras una marcha o una saeta; no rompa la armonía del momento. Las cofradías de silencio se distinguen fácilmente: los nazarenos van de negro o morado (de blanco en la Amargura), y mantienen la compostura, la gente está callada y la música o no existe o es fúnebre.

3º. Es imprescindible descansar con una buena cervecita y una tapa. La gastronomía sevillana vive su mayor esplendor en cuaresma y Semana Santa y es casi una obligación parar un rato a degustar sus exquisitos manjares: croquetas de bacalao, espinacas con garbanzos; aunque también para las tapas de todo el año: solomillo al güisqui, serranito, montaíto de pringá; si es la hora de merendar, vaya a por una torrija e incluso si el calor aprieta a por un helado de Rayas.

4º. Respete a los nazarenos, son la esencia de las cofradías: no pase entre sus filas, no les toque el cirio ni la cruz de los penitentes, no les pida caramelos, cera o estampitas si se trata de una cofradía de silencio; este detalle del silencio a veces es difícil de discernir, ya que hay cofradías muy alegres y otras que podríamos denominar intermedias; ante la duda, deje en paz al nazareno, que va haciendo su estación de penitencia en un encuentro personal y armónico con su rezo o con su tradición, pero, en cualquier caso, sabiendo estar. Distinto es con los monaguillos, niños y niñas que reparten alegría y caramelos delante de los pasos en algunas cofradías de silencio, especialmente numerosos en El Museo, Los Estudiantes, El Valle; a ellos hay que pedirles caramelos y una sonrisa, porque la vida es maravillosa cuando ellos pasan tan repeinados y felices.

5º. Admire las verdaderas tradiciones ancestrales de una ciudad volcada:

  • Las palmas y las ramas de olivo del Domingo de Ramos.
  • Visite por la mañana los templos de las cofradías que salen cada día para ver los pasos con calma. El Jueves Santo, donde puede ver las cofradías de esa tarde y las de la Madrugá, este paseo es obligatorio.
  • Los niños correteando por la rampa de madera de la plaza del Salvador, o pidiendo cera cuando cae la noche y los cirios se encienden.
  • Los balcones del centro de la ciudad engalanados para la ocasión; los escaparates de tiendas y cafeterías con una decoración ad hoc.
  • Las señoras vestidas de mantilla el Jueves y Viernes Santo; no se vista si no sabe, por favor. Lo ideal de la mantilla es que una señora de mantilla acuda a los oficios en los sagrarios de la ciudad acompañada de un señor enchaquetado con traje oscuro.
  • La corbata negra el Sábado Santo (esto ya es café para los muy cafeteros).
  • Quedarse absorto ya de madrugada, con los pies ya molidos contemplando un palio de vuelta, con la candelería ya baja, un manto alejándose en la noche y una marcha lenta acompañando el momento y el silbido posterior de vuelta a casa.

6º. Utilice un vocabulario lo más rico y preciso posible. El capillita, ese ser recalcitrante y embebido de sí mismo, no vería con buenos ojos que usted se refiera a la cofradía como procesión, o a un paso como trono. Lea y documéntese. Lo mejor es dejarse embaucar por los libros de Chaves Nogales, de Paco Robles, de Manuel J. Roldán donde toda la esencia de la semana más grandiosa de la ciudad de Sevilla queda maravillosamente recogido.

7º. La calle NO es suya; no hay una parcela con su nombre. Deje pasar a quien se lo pide con educación. Debería estar prohibido el uso de sillitas en todas partes, si bien en algunos cruces de calles está realmente prohibido; es un paso. Aléjese de los comepipas, de los campamentos improvisados. Busque, junto con el amigo sevillano, los pasos allá donde se encuentran, sin entorpecer a los demás, sin avasallar, pero también dejando estar al que llega más tarde porque la calle es de todos y Sevilla vive en la bulla.

Dado que hay mucho público y las calles no siempre son anchas, lo mejor para un foráneo es buscar ver cofradías en plazas más anchas y con más vías de acceso y evacuación: la Plaza del Museo (Las Penas de San Vicente y El Museo el Lunes Santo; el Gran Poder durante La Madrugá); la Plaza del Cristo de Burgos (Cristo de Burgos el Miércoles Santo, Los Gitanos en la Madrugá); la calle Reyes Católicos es bastante amplia para ver todas las cofradías de Triana; y ya como último recurso la Plaza del Triunfo, junto a la Catedral.

Virgen de las Aguas, Hermandad del Museo. Foto Manuel Gómez

8º. Busque los momentos Stravinsky. El célebre músico ruso visitó Sevilla durante la Semana Santa de 1921, y a él se atribuye una frase que pronunció mientras contemplaba el discurrir al paso de la Virgen del Refugio de San Bernardo por la Puerta de la Carne, la Banda Municipal de Sevilla interpretaba la marcha Soleá, dame la mano: “Estoy escuchando lo que veo y estoy viendo lo que escucho”.

9º. Acérquese a los barrios a vivir las cofradías; empápese de lo que es una extensión más de las vivencias más importantes de los vecinos cada año con la salida de la cofradía a la calle, con su Virgen más querida siendo aclamada a cada paso, donde se contempla una intensa vivencia de emociones a flor de piel.

  • Triana: acuda al barrio más famoso de la ciudad a ver alguna de sus insignes hermandades ; el Domingo de Ramos La Estrella, el Lunes Santo San Gonzalo, durante la Madrugá Esperanza de Triana, y el Viernes Santo La O y el Cachorro.

10º. Vea, escuche y también huela: el azahar se habrá casi terminado en los naranjos, pero el palio de la Virgen de la Concepción de la Hermandad del Silencio irá endulzando el centro de la ciudad con su aroma; el incienso, con toques diferentes en cada paso, le dejará una sensación inolvidable que el futuro le evocará los íntimos momentos vividos (no deje de disfrutarlo especialmente en Santa Marta, el Lunes Santo, y en La Mortaja, el Viernes Santo); la cera ardiendo de los cirios de los nazarenos, de las candelerías de los palios; las flores de los pasos; las croquetas de Casa Ricardo.

Foto J.M. Serrano (ABC)

Si no puede ir este año a Sevilla, siempre puede pasarse por el cine a ver la película Parasceve, de Hilario Abad. Y si tiene la dicha de acudir, he aquí el programa oficial de la Semana Santa de Sevilla 2022:

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