Todo llega.

Por J. Lump

Envejecer no es nada; lo terrible es seguir sintiéndose joven (Oscar Wilde).

Solo estaba él en la sala de espera. Sentado en una silla alta, con el bastón apoyado sobre el sofá más cercano. Tenía la mirada puesta en un punto impreciso de la habitación. Tranquilo, esperaba a alguien que habría sido llamado minutos antes por el médico. Nos saludamos educadamente y cada uno nos dedicamos a pensar en nuestros asuntos.

Acababa de sentarme en la primera silla que encontré cuando un matrimonio de ancianos entró en la sala. Él iba delante, indicando el camino; seguro y confiado, como quien ya no tiene más preguntas por responder. Ella, apoyada sobre dos bastones, le seguía con dificultad. Nos saludaron muy alegremente y buscaron un sitio estratégico en el que sentarse.

Una de las chicas de recepción acomodó un par de cojines para que la señora pudiera sentarse más plácidamente. Aquí, Petra, así estará más cómoda y le costará menos trabajo levantarse luego. Muchas gracias hija. Antonio, usted a la silla  que está hecho un chaval.

El pobre Antonio, haciendo un esfuerzo que a mí me pareció sobrehumano, se fue dejando caer en la silla cuyo diseño vanguardista y moderno no era precisamente el más ergonómico para alguien que apenas lograba doblar las rodillas. Tras varios suspiros y resoplidos explicó lo costoso que era para él sentarse en sillas así. Estaba al lado del primer señor que le miraba satisfecho por haber llegado a tiempo de coger la silla más simplona y rústica, la alta, la buena.

Estuvieron callados un rato. Solo se les oía respirar. Yo me volví a sumergir en la lectura de las desdichas de Hans Castorp. Llevaba acompañándome los últimos meses y tenía ya demasiadas ganas de terminarlo, pero no pude evitar oír el cruce de comentarios entre los dos ancianos.

El marido de Petra rompió el silencio. Elevando la mirada hacia su derecha, dijo “uno se cree que este momento no va a llegar nunca”. El otro, entendiendo perfectamente a lo que se refería le miro cómplice y, con media sonrisa, sentenció “pero llega. Llega”.

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