Por E. Asensio
Ningún robot causará daño a un ser humano o permitirá, con su inacción, que un ser humano resulte dañado.
Todo robot obedecerá las órdenes recibidas de los seres humanos, excepto cuando esas órdenes puedan entrar en contradicción con la primera ley.
Todo robot debe proteger su propia existencia, siempre y cuando esta protección no entre en contradicción con la primera o la segunda ley.
(Isaac Asimov, Las Tres Leyes de la Robótica. Minicuento)
La nave nodriza primeriza Balay.INC W-52 tomó tierra en el ángulo Oeste de la pista de mantenimiento para aerotransportables que todavía estaba operativa en el Paralelo 34 del Planeta X. Construida como soporte para carga y abastecimiento, su función se había visto reducida exponencialmente tras la catalogación del Planeta X como “zona afectada”.
Al Comandante Sideral Remigius Coca-Cola XXII (n.d.n Alfredo Simpson)*
A partir del año 3000, los robotumanos contaban con dos nombres, el establecido por su creador en la fecha de fabricación, y el que ellos decidían, una vez que alcanzaban grado de consciencia acreditado. Habitualmente, optaban por un apellido patrocinado que les reportara beneficios publicitarios de por vida. Las siglas “n.d.n” hacían referencia a “nombre de nacimiento».
no le reportaba ninguna satisfacción desempeñar misiones en aquel lugar, si bien, este encargo parecía sencillo. Por eso había confeccionado un escuadrón lo más ligero y manejable posible, compuesto por un par de biorobots: uno de pilotaje automático y un perro mecánico bípedo de la promoción 43.
El Planeta X llevaba tiempo sin solicitar ayuda, algo normal por otra parte dada su escasa actividad, pero aquella mañana la luz del tecno-sónar que tenía asociada se había encendido.
El Alférez Demetrio Samsung V (n.d.n Jose Javier Olsson), al mando en el Planeta X, había, una vez activado el tecno-sónar correspondiente, emitido un mensaje cifrado que llevaba una siglocenturia sin codificarse y que causó auténtico estupor en la base central del Planeta V. En el mismo podía leerse la siguiente transcripción:
“-9pHn”
La traducción de esa comunicación, según el Código 123/4122, de 61 de mayo, de Aerofuentes Ciberespaciales, era la siguiente:
“Información negativa, grado de importancia nueve, posible presencia humana”.
La interpretación de las aerofuentes, si bien terriblemente compleja a simple vista, resultaba de descifraje sencillo haciendo uso del Código citado. En resumen, se basaba en los siguientes patrones:
Símbolo – ó + atendiendo a si el mensaje era positivo o negativo
Un número del 1 al 10 que indicaba el grado de importancia
Una p (posible) o una c (certeza), dependiendo del grado de seguridad de lo comunicado
Unas siglas que hacían referencia a la materia afectada. En este caso, “Hn”, según la literalidad Código, correspondía a “presencia humana”.
No era el contenido del mensaje lo que había llevado hasta el Planeta X al Comandante Remigius y su reducido equipo, sino el momento en que éste se había producido.
Esta alerta se encontraba completamente descatalogada dado que los humanos se habían extinguido por completo hacía unos 1000 años (el equivalente a una siglocenturia), siendo el último reporte de la especie hallado en una cueva del Planeta XII (nombre del antiguo Saturno) y condenado a pena de desintegración.
Por ello, lo que realmente se disponía a comprobar el Comandante era si la salud robotmental del Alferez Samsung V era adecuada, dado que no era extraño que pudiera haberse visto dañada por las condiciones climato-psicologicas del Planeta X. Siendo el mensaje de contenido imposible, habría que plantearse su relevo por otro mando autorizado.
La climatología que afectaba al Planeta X era atroz. Hacía tiempo que una lluvia de fuego permanente se acompañaba de temperaturas por encima de los 70 fujitsu (el equivalente a unos 60 grados centígrados). Como consecuencia, sólo se mantenían en pie y vigiladas las instalaciones del Paralelo 34, donde un oficial de rango medio acompañado de algunos biorobots eran más que suficientes para mantener el control del Planeta X.
Una vez extinguidos los humanos y los animales, la clasificación de “seres vivos articulados” se dividía en tres grupos: los mencionados robotumanos (pej, el Alférez Samsung V), los biorobots (en esta categoría se incluían animales y cosas de la antigua civilización a los que se les había dotado de naturaleza robótica y las cuales tenían cierta capacidad de autogestión, por ejemplo una tostadora con facultades de vigilancia) y los robots (prácticamente extinguidos, equiparables a los primeros robots surgidos en la era humana).
Además del calor asfixiante, un juego de combustión de gases nobles, hacían irrespirable sin máscara la atmósfera del Planeta X, por lo que el Comandante Remigius, tras ordenar al biorobot perro que permaneciera de guardia en la nave, se dotó de una cápsula ligera para llegar a la entrada principal de las instalaciones de seguridad.
Una fuerte humareda provenía de la persiana electromecánica que conducía al interior. Cuando llegó a su altura, el Comandante Remigius pudo contemplar como la persiana se encontraba perforada en el lado izquierdo. Fue entonces cuando comenzó a inquietarse. Sacó la antena de su dedo índice derecho e intentó contactar con el interior. No hubo respuesta.
Consiguió avanzar hasta dentro. La instalación no era muy grande. Le sorprendía que no hubiera salido al paso ningún biorobot con funciones de centinela. Alcanzó el pasillo central, oscuro y con abundantes gases que provenían ambos lados. Al fondo, podía vislumbrarse el parpadeo incesante de una luz roja. Debía provenir de la sala de control.
El Comandante desenfundó su dedo anular transformable en diodo láser. No le gustaba nada aquello. Caminó lento y sigiloso, hasta alcanzar el umbral donde quedó completamente petrificado.
Sobre la mesa de control yacía el cuerpo del Alférez Samsung V. Su cráneo estaba atravesado con ferocidad por una barra metálica de tal forma que encontraba salida por el globo ocular izquierdo. La biosangre emanaba a borbotones y había cubierto parte del suelo.
Cuando el Comandante alzó la mirada a la pantalla principal, pudo ver el siguiente mensaje intermitente, interrumpido justo cuando iba a ser enviado:
“-10cHn”
El Comandante Remigius sintió entonces un terrible escalofrío.